martes, 30 de agosto de 2011

tus zonas erroneas

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Metalectura

Titulo:

 La posibilidad de elección: tu libertad fundamental

Interrogantes:

¿De verdad puedo escoger lo que yo quiera?
¿O solo pueden decidir por mí?
¿Todos tenemos libertad?
¿Quién nos da la libertad?

Hipótesis:
Se tratara de que todos somos libres de tomar nuestras propias elección sin que nadie nos pueda obligar cada uno de nosotros somos independientes
Resumen:

     Si todavía crees que no eliges ser infeliz, trata de imaginarte que las cosas suceden de la siguiente manera.

Cada vez que te sientes desgraciado, se te somete a una experiencia desagradable. Tal vez estás encerrado solo en una habitación durante mucho tiempo, u obligado a meter te en un ascensor lleno de gente donde debes pasar varios días. Te puedes dejar sin comer u obligarte a comer un plato que encuentras particularmente desagradable. O quizá te torturan: otra gente te tortura físicamente en vez de torturarte tú mismo mentalmente.

Trata de imaginarte que se te somete a cualquiera de estos castigos hasta que logres deshacerte de las sensaciones penosas. ¿Cuánto tiempo crees que seguirías aferrándote a ellas? Lo más probable es que te harías cargo de tus sentimientos y sensaciones rápidamente. Así pues, no se trata de si puedes o no hacerte cargo y controlar tus sentimientos y sensaciones, sino de que si lo harás realmente o no lo harás. ¿Cuánto aguantarás antes de decidirte? Algunas personas eligen volverse locas antes que hacerse cargo de sí mismas y controlar sus vidas. Otras simplemente se entregan y se hunden en una vida llena de sufrimientos porque el dividendo de la compasión recibida es mayor que la r recompensa de ser feliz.

     De lo que aquí se trata es de tu capacidad de elegir la felicidad, o por lo menos de no elegir la infelicidad en cualquier momento dado de tú y ida. Esta puede que sea una idea apabullante pero es a la vez una idea que debes considerar cuidadosamente antes de rechazarla, puesto que su rechazo significa darte por vencido. Rechazarla es creer que un tercero está a cargo de ti. Pero la elección de la felicidad podría resultarte más fácil que algunas de las cosas que a diario complican tu vida.

     Igual que tienes libertad para escoger la felicidad en vez de la infelicidad, eres también libre de elegir entre un comportamiento autorrealizante en vez de un comportamiento autoderrotante. Si en este tiempo conduces un coche, lo más probable es que te encontrarás frecuentemente en atascos de tráfico. ¿Te enfadas entonces, o insultas a los otros conductores, riñes con tus pasajeros y te desahogas con cualquier cosa o con cualquier persona que se te ponga por delante? ¿Justificas tu comportamiento diciendo que el tráfico te pone malo y que simplemente no te puedes dominar en los atascos? ¿Qué pasaría si decides pensar en otra cosa? ¿Qué pasaría si decides usar tu cabeza de una manera constructiva? Quizá te tome algún tiempo el poder hacerlo, pero puedes aprender a hablarte a ti mismo de una manera diferente, acostumbrarte a un comportamiento diferente que podría incluir el silbar, o cantar, o grabar cartas verbales en una cinta magnetofónica e incluso tomarte el tiempo postergando tus enfados por espacio de treinta segundos. No aprenderás a que te gusten las aglomeraciones pero sí, aunque muy lentamente al principio, a pensar de una manera nueva. Habrás aprendido a no sentirte incómodo. Habrás elegido sustituir, paso a paso, lentamente pero avanzando siempre, las viejas emociones autofrustrantes por nuevas emociones sanas y constructivas.

     De ti y de las elecciones que hagas depende que las experiencias de tu vida sean estimulantes y agradables. Las fiestas aburridas y las reuniones de comité son territorios fértiles para escoger nuevas sensaciones y sentimientos. Cuando estés aburrido puedes hacer que tu mente trabaje de diferentes maneras que resulten estimulantes, como cambiar el tema con una observación clave, o escribiendo el primer capítulo de tu novela, o trabajando en distintos proyectos que te ayuden a evitar este tipo de situaciones en el futuro. Para usar tu mente activamente lo que tienes que hacer es ver cuáles son la gente y las cosas que te crean conflicto y decidir entonces cuáles son los esfuerzos mentales que harán que estos mismos hechos y estas mismas personas actúen positivamente para ti.

Por ejemplo en un restaurante, si te molestas porque el servicio es malo, piensa primero por qué no debes escoger el molestarte porque algo o alguien no funciona como tú quisieras. Vales demasiado para que te dejes perturbar por otra persona, especialmente si esa persona tiene tan poca importancia en tu vida. Piensa en qué estrategias puedes usar para cambiar el momento, márchate, o haz cualquier cosa. Pero no dejes que la situación te perturbe. Haz que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no molestarte cuando las cosas vayan mal.

martes, 23 de agosto de 2011

tus zonas erroneas


tus zonas erroneas


LA INDECISIÓN COMO FACTOR DESENCADENANTE DEL PENSAMIENTO EN TÉRMINOS DE BIEN Y MAL.

     Una vez le pregunté a un paciente si le costaba tomar decisiones y él dijo:

"Bueno, sí y no". Quizás a ti te cueste tomar decisiones incluso para asuntos triviales. Ésta es una consecuencia directa de la tendencia a dividir las cosas en categorías de bien y de mal. La indecisión proviene de querer tener razón, de hacerlo bien; y el posponer la elección te impide enfrentarte con la ansiedad que escoges sentir cada vez que te equivocas. Cuando hayas logrado eliminar el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto de cada decisión (porque el tener razón o estar bien implica una garantía) entonces te será facilísimo tomar decisiones. Si estás tratando de decidir a qué universidad irás a estudiar, corres el riesgo de quedarte inmovilizado para siempre, incluso después de haber tomado la decisión, porque quizá no era la correcta. Más bien opta por: "No hay universidades perfectas. Si escojo A, tales serán las consecuencias más probables, mientras que B, posiblemente, me brindará estas otras". Ninguna de las dos es la justa, la perfecta, simplemente una es distinta de la otra y ninguna de las dos te ofrece garantías totales, como tampoco si la elección está entre A, B o Z. Igualmente puedes disminuir tu tendencia neurótica a la indecisión pensando que los posibles resultados no serán ni buenos ni malos, ni correctos o incorrectos, ni siquiera mejores o peores.  Simplemente serán diferentes. Si te compras este vestido que te gusta, es así como te verás, lo que sólo es diferente de (no mejor que) el ponerte ese otro vestido. Cuando logres abandonar esos equivocados y  autodestructivos bien y mal, te darás cuenta de que tomar una decisión es simplemente una cuestión de pensar cuáles son las consecuencias que prefieres en un momento presente determinado. Y si empiezas a optar por arrepentirte en vez de tomar una decisión, en vez de decidir que el arrepentimiento es una pérdida de tiempo (porque te mantiene viviendo en el pasado), simplemente habrás podido tomar una decisión distinta en tu próximo momento presente, decisión que tendrá consecuencias que la decisión anterior no logró aportar. Pero todo esto debe hacerse sin tratar de enmarcar esas decisiones dentro de las categorías de bien y de mal.

     Nada es más importante que cualquier otra cosa. El niño que en la playa recoge conchas de mar para su colección no hace nada ni mejor ni peor que lo que hace el presidente de General Motors cuando toma una decisión importante para la marcha de la compañía. Son cosas diferentes y nada más.

     Tal vez creas que las ideas equivocadas son malas y que no se deben expresar, mientras que se deben apoyar y alentar las ideas que se consideren buenas o correctas. Tal vez, con tus amigos, con tu cónyuge o con tus niños, digas: "Si algo no se expresa correctamente o no se hace bien, no vale la pena expresarlo o hacerlo",. Pero es aquí donde acecha el peligro. Esta actitud autoritaria puede conducir a la formación de un estado totalitario cuando alcanza proporciones nacionales e internacionales. ¿Quién decide lo que está bien? Ésta es la pregunta que nunca se puede contestar satisfactoriamente. La ley no decide si algo está mal, sólo si es legal. Hace más de un siglo John Stuart Mill en On Liberty (Sobre la libertad), declaró:
     Nunca podemos estar seguros de que la opinión que tratamos de acallar sea una opinión falsa; y si estuviéramos seguros, también sería incorrecto acallarla.

     Tu eficacia no se mide por tu capacidad de elección. La manera en que te manejas emocionalmente después de haber hecho cualquier elección es el mejor barómetro de tu entereza en el momento presente ya que una elección apropiada implica esos "debes" que estás tratando de eliminar. El pensar de una manera nueva será útil en dos sentidos: uno, eliminarás esos "debes" inútiles y te convertirás en una persona más volcada hacia el interior; y dos, encontrarás que es menos dificultoso tomar decisiones sin esas categorías erróneas de bien y de mal.


LA INSENSATEZ DE LOS "DEBES" Y "DEBERÍAS"

     Albert Ellis acuñó una palabra muy precisa para designar la tendencia de incorporar los "debes" a tu vida. Es la "deberización" ("musterbation").11 Deberías siempre que actúas como sientes que debes hacerlo aunque prefieras otra forma de comportamiento.

     Los debes y deberías siempre producen una sensación de tensión que aumenta a medida que la persona trata de actualizar sus "debes" dentro de su comportamiento... Más aún, debido a la externalización del proceso, los "debes", siempre contribuyen aperturbaciones en las relaciones humanas de una u otra manera.

     ¿Acaso los "debes" determinan gran parte de tu vida? Sientes que debes ser amable con tus colegas, apoyar a tu cónyuge, ayudar a tus niños y trabajar mucho siempre? Y si alguna vez fallas en alguno de estos "debes" te enfadas contigo mismo y por ello asumes las molestias y la tensión o tirantez a la que alude Karen Horney? Pero quizás éstos no son tus "debes". Si, de hecho, pertenecen a otros y tú simplemente los has tomado prestados, entonces te estás "deberizando".

     Existe la misma cantidad de "debes", que de "no debes". Éstos incluyen los: no debes ser grosero, tonto, necio, infantil, lascivo, sombrío, agresivo, malhumorado, y muchos más. Pero no tienes que "deberizarte". Nunca jamás. No pasa nada si no guardas la compostura o no entiendes. Te es permitido no tener dignidad si así lo escoges. Nadie te está Llevando la cuenta ni nadie te va a castigar por no ser algo que otra persona dijo que deberías ser. Por lo demás, nunca puedes ser nada que no quieras ser, todo el tiempo. Simplemente no es posible. O sea que cualquier "debe" te producirá tensiones puesto que no podrás realizar tus expectativas erróneas. Lo que produce tensión no es tu comportamiento indiscreto, indigno, intolerante o lo que sea, sino la imposición de los "debes,".


LA ETIQUETA COMO UN "DEBES"

     La etiqueta es un buen ejemplo de esculturización inútil y malsana. Piensa en todas esas pequeñas normas absurdas que te han impulsado a aceptar simplemente porque unos especialistas en buenos modales así lo decidieron. Coma el pollo de esta manera; espere siempre a que la anfitriona empiece a comer antes de empezar; al hacer las presentaciones presente el hombre a la mujer y no al revés; en las bodas, siéntese en tal sitio determinado en la iglesia; dé tal propina; vístase así; exprésese de tal manera. No se consulte a sí mismo; búsquelo en el libro. Si bien los buenos modales son muy convenientes (significan consideración por la demás gente), como el noventa por ciento de todas las normas de etiqueta, en realidad son reglas sin sentido que fueron pensadas arbitrariamente en un momento dado. No existe una manera apropiada para ti; sólo lo que tú decides es lo apropiado para ti, siempre que no les compliques las cosas a los demás o se las dificultes. Puedes ser tú quien escoja cómo vas a presentar a la gente, qué propina vas a dar, qué es lo que te vas a poner, cómo vas a hablar, dónde te vas a sentar, cómo vas a comer, basándote estrictamente en lo que tú quieras. Cada vez que caigas en la trampa del "¿Cómo me debo vestir para esta ocasión?" o "¿Cómo tendré que hacerlo?" estarás cediendo una parte de ti mismo. Yo no trato aquí de impulsarte a ser un rebelde social ya que ésa sería una de las formas de búsqueda de aprobación por medio de un comportamiento inconformista. Estoy tratando más bien de pedirte que el desarrollo cotidiano de tu vida sea dirigido y orientado por ti mismo y no por los demás. Ser leal a ti mismo quiere decir que no tienes necesidad de un sistema exterior de apoyo.


LA OBEDIENCIA CIEGA A LAS NORMAS Y LAS REGLAS

     Algunos de los comportamientos humanos más despreciables de que se tenga conocimiento tuvieron como pretexto la obediencia a órdenes superiores. Los nazis ejecutaron a seis millones de judíos y asesinaron y maltrataron a varios otros millones de ellos porque así lo mandaba la "Ley". Más tarde, después de la guerra, la responsabilidad por estos actos de barbarismo fue siendo trasladada rápidamente hacia la cúspide de la jerarquía del poder nazi hasta llegar al punto en que en toda Alemania, la única gente a la que se le podía achacar estos horribles crímenes eran Hitler y sus principales secuaces. Los demás, todos los demás, simplemente habían obedecido las órdenes y la ley del Tercer Reich.

En Suffolk, Nueva York, un portavoz del distrito explicó hace no mucho tiempo por qué la gente a la que equivocadamente se le había cobrado de más en el rubro de Impuestos a la Propiedad no podría recuperar su dinero. "La ley dice que las facturas de Impuestos pasados no pueden ser revaluadas después de que se han pagado. Esa es la ley. Yo no puedo evitarlo. Yo estoy aquí, en este cargo, para hacer cumplir la ley, no para interpretarla."
Realmente, en otro tiempo y en otro lugar, este señor hubiera sido un excelente verdugo. Pero ya conoces el refrán. Lo oyes todos los días. No pienses, obedece los reglamentos incluso si son absurdos.

     La mayoría de las normas que se imponen en las piscinas públicas, canchas de tenis y otros sitios públicos por el estilo, no tienen sentido.

Hace poco, una tarde en que hacía mucho calor, le pregunté a un grupo de niños que estaban sentados alrededor de una piscina obviamente deseando bañarse, por qué se quedaban en el borde si en la piscina no había nadie.

Me contestaron que estaba reservada para los adultos entre las 6:00 y las 8:00. Tal era el reglamento y a pesar del hecho de que en ese momento no había ningún adulto que quisiera bañarse, el reglamento que les prohibía usarla seguía en vigor. Simplemente se trataba de la obediencia ciega a los reglamentos, que en esos momentos no tienen una razón lógica sin flexibilidad, sin la posibilidad o habilidad para cambiarlos cuando las circunstancias lo justificaran. Cuando yo los animé a que trataran de modificar el reglamento, recibí una llamada de la dirección diciendo que yo estaba fomentando una insurrección.

     Uno de los mejores ejemplos de este tipo de acatamiento ciego a los reglamentos (por más tontos que éstos sean), puede encontrarse en la vida castrense. Un colega mío relata un ejemplo excelente de este tipo de mentalidad. Cuando estuvo de servicio con las Fuerzas Armadas en Guam, en el Pacífico Sur, le llamó mucho la atención la facilidad y voluntad con que muchos de los soldados y oficiales cumplen muchos reglamentos absurdos. En el recinto donde se Llevaban a cabo las funciones de cine al aire libre había una zona bajo techo con bancos rojos reservada a los oficiales.
Durante las sesiones de medianoche, a las que nunca iban los oficiales, había siempre un soldado de guardia para vigilar que nadie se sentara en esos bancos rojos. Todas las noches se podían ver grupos de soldados sentados a la intemperie, a veces mojándose bajo la lluvia, mientras que uno de sus compañeros vigilaba los bancos rojos vacíos para garantizar el cumplimiento de esta regla. Cuando mi colega preguntó por qué se mantenía esa absurda política, recibió la respuesta de siempre: "Yo no he hecho las reglas; yo sólo me ocupo de que se cumplan".

Herman Hesse dijo en Demian:

     Los que son demasiado perezosos o comodones como para pensar por sí mismos y ser sus propios jueces, obedecen las leyes. Otros sienten sus propias leyes dentro de ellos mismos; éstas les prohíben cosas que cualquier hombre honesto haría cualquier día del año y les permiten otras cosas que suelen considerarse despreciables. Cada persona debe pararse sobre sus propios pies.

     Tu destino será vivir una vida de servidumbre emocional si tienes que acatar las leyes y las reglas todo el tiempo. Pero nuestra cultura nos enseña que es malo desobedecer, que no debes hacer nada que vaya en contra de los reglamentos. Lo importante es determinar por ti mismo cuáles son las normas que funcionan, y cuáles pueden romperse sin perjudicar a los demás ni a ti mismo. El rebelarse por rebelarse no produce beneficios pero son muchas las recompensas que se derivan de ser tu propia persona, tú mismo y de vivir tu vida de acuerdo a tus propias normas.


SOBRE LA CONVENIENCIA DE NEGARTE A SEGUIR LAS TRADICIONES Y ACEPTAR LA ENCULTURIZACIÓN CUANDO ÉSTAS TIENEN UN EFECTO NEGATIVO SOBRE TU  PERSONA

     El progreso, tanto el tuyo propio como del mundo, depende de la gente irracional y no de la gente que se adapta a la sociedad y acepta todo lo que se pone en su camino. El progreso depende de seres que son innovadores, que rechazan los convencionalismos y modelan sus propios mundos. A fin de pasar de la aceptación a la acción, tendrás que aprender a resistirte a la enculturización y a las influencias que te presionan para que te sometas.

Para poder funcionar plenamente, la resistencia a la enculturización es una condición casi indispensable. Puede que algunos te consideren un  insubordinado y ése es el precio que tendrás que pagar por el hecho de pensar por ti mismo. Es muy posible que piensen que eres diferente, que te consideren un egoísta o un rebelde, que mucha gente considerada "normal" te critique, o incluso, que a veces te aíslen y excluyan. Mucha gente no aceptará de buen grado tu resistencia a las normas que ellos han adoptado para sí mismos. Tendrás que oír el viejo argumento: "¿Qué pasaría si toda la gente decidiera obedecer únicamente lo que se les antoje? ¿Qué sociedad tendríamos entonces?". La contestación a esto, muy simple por cierto, es que la mayor parte de la gente no lo hará. La propensión de la gente a confiar en apoyos externos y en "debes" impuestos prohíbe este tipo de actitud generalizada.

     Lo que aquí discutimos no tiene nada que ver con la anarquía. Nadie quiere destruir la sociedad, pero muchos de nosotros quisiéramos darle al individuo más libertad dentro de ella, liberarla de "debes" sin sentido y de tontos "deberías".

     Incluso las leyes y reglas más sensatas no son aplicables en todo tipo de circunstancias. Lo que estamos tratando de lograr es la posibilidad de elección, esto es, la posibilidad de liberarse de la mentalidad servil que impulsa a acomodarse constantemente a los "debes". Uno no tiene que ser siempre como espera que uno sea el ambiente cultural que nos rodea. Si tú eres así y te sientes incapaz de ser de otra manera, quiere decir que eres de veras un "seguidor", uno de los del rebaño que permite que los demás determinen su camino. Vivir tu propia vida implica flexibilidad y repetidas evaluaciones personales acerca del funcionamiento apropiado de las normas en algún momento presente específico. Es cierto que a menudo es más fácil seguir, más fácil hacer ciegamente lo que te mandan, pero cuando te das cuenta de que la ley está para servirte a ti, y no para hacer de ti un sirviente, entonces podrás empezar a eliminar el comportamiento "deberizador".

     Si quieres aprender a oponer resistencia a la enculturización, tendrás que aprender a ignorar muchas cosas. Otros seguirán eligiendo obedecer aunque esto les perjudique; y tú tendrás que aprender a respetar su elección sin irritarte. Uno de mis colegas estaba en la Marina, de servicio en un acorazado portaaviones estacionado en San Francisco en la época en que el presidente Eisenhower estaba en una gira política por el norte de California. Se ordenó a la tripulación que formara de manera tal que desde el helicóptero donde viajaba el presidente se pudiera leer la frase HI (hola) IKE como mensaje de saludo. Mi amigo decidió que la idea era delirante, y decidió no hacerlo, porque el hecho iba en contra de todo lo que él creía y de su actitud ante la vida. Pero en vez de organizar una
revuelta, simplemente se fue aquella tarde, y dejó que todos los demás participaran en este humillante ritual. Pasó por alto su oportunidad de ponerle un punto a la i en HI. No hizo sentirse mal ni trató de humillar a los que habían escogido otra actitud, no se embarcó en peleas inútiles.
Simplemente se encogió de hombros y dejó que los demás siguieran su camino.

     La resistencia a la enculturización significa tomar tus propias decisiones y llevarlas a cabo lo más eficiente y serenamente posible. Nada de bombos y platillos o demostraciones hostiles que no surtirán ningún efecto. Los reglamentos tontos, las tradiciones y políticas necias no desaparecerán jamás, pero tú no tienes forzosamente que ser parte de ellas.
Simplemente encógete de hombros mientras los otros siguen a las ovejas del rebaño. Si ellos quieren comportarse de esa manera, está muy bien para ellos, pero no para ti. Armar un lío es casi siempre la mejor manera de atraer la ira y crearte obstáculos. Todos los días te encontrarás con muchas oportunidades en que será más fácil evitar sencillamente las reglas en vez de organizar un movimiento de protesta. Tú puedes decidir el tipo de persona que tú quieres ser, o la que los demás quieren que seas. Esto depende de ti.

     Virtualmente todas las ideas que han producido cambios en nuestra sociedad fueron en uno u otro momento rechazadas desdeñosamente y muchas de ellas fueron también ilegales. Todo progreso implica una oposición violenta, pues es un insulto a los viejos reglamentos que ya no tienen vigencia. La gente ridiculizó a los Edison, Henry Ford, Einstein y Wright, hasta que éstos triunfaron. Tú tendrás también que enfrentarte con desprecios y desdenes cuando empieces a oponerte a las reglas y políticas sin sentido.


ALGUNOS TÍPICOS COMPORTAMIENTOS DEL "DEBERÍA",

     Si pasáramos lista a los comportamientos del "debería", en nuestra cultura, podríamos llenar libros enteros. He aquí un muestrario de los ejemplos más comunes:

     - Creer que hay un lugar para cada cosa y que cada cosa debe estar en su lugar. El síndrome de la organización significa que te sientes incómodo cuando las cosas no están en el lugar que les han asignado.

     - Preguntar: "¿Cómo debo vestirme para esta ocasión?" de forma regular, como si hubiera una sola manera apropiada de vestirse y ésta fuera determinada por otra gente. Los pantalones blancos y los colores pasteles se llevan sólo en el verano; la lana es siempre un material invernal. Hay muchos otros debes similares "controlados por las estaciones", que se infiltran en tu vida. (En Hazeai, James Michener describe a los nativos de Nueva Inglaterra que se iban a vivir a Hawai que tiene un clima tropical y cuando llegaba el mes de octubre, aunque aún hiciera 40º C de calor, sacaban su ropa de invierno y andaban incómodamente vestidos durante seis meses... ¿Por qué? Porque así debía ser.) Ser esclavo de los dictados de los críticos de la moda y usar sólo lo que "Se usa", porque, después de todo, tienes que estar a tono.

     - Aceptar las afirmaciones de que ciertas bebidas van con ciertas comidas; que con el pescado y las aves hay que beber vino blanco; que el vino tinto es apropiado sólo para la carne. Estar encerrado en las reglas de alguna persona que ha decidido qué hay que comer y con qué.

     - Trasladar la culpa de tus actos a otras personas. "En realidad la culpa es de ella; por ella llegamos tarde." "No me culpes a mí, él es quien lo hizo."

     - Tener que asistir a una boda a la que te han invitado y enviar un regalo aunque no te gusten los novios. Simplemente no desechar las invitaciones aunque quisieras hacerlo. Puede fastidiarte el hecho de comprar el regalo pero lo haces de todos modos porque así es como deben ser las cosas. Del mismo modo, asistir a un entierro al que preferirías no ir, pero lo haces porque eso se espera de ti. Tienes que concurrir a estas funciones formales para demostrar que compartes un sufrimiento, o sientes respeto o cualquiera de las emociones apropiadas.

     - Asistir a servicios religiosos que te disgustan y en los que no crees porque es lo que se espera de ti y tú quieres hacer lo que se considera apropiado.

     - Darles títulos a los que te sirven, lo que por implicación los encumbra a una posición más elevada que la tuya. ¿Cómo llamas a tu dentista? Si le llamas doctor, ¿se trata sólo de un título vocacional? ¿Acaso dices carpintero Jones, o fontanero Smith? Si es por respeto a su posición, ¿qué es lo que te hace pensar que su posición es más elevada que la tuya? Si se le paga para que te sirva, ¿por qué te diriges a él por un título y él a ti por tu nombre ?

     - Irte a la cama cuando es hora de dormir y no cuando estás cansado.

     - Tener relaciones sexuales de sólo una o dos maneras, porque ésas son las únicas formas aceptables, o participar en actividades sexuales sólo cuando las circunstancias son apropiadas, como por ejemplo que los niños estén dormidos, que no estés cansado, que la habitación esté oscura, que estés en tu propia cama y así por el estilo.

     - Seleccionar roles en el diario vivir porque la cultura lo impone o demanda. Las mujeres friegan los platos, los hombres sacan la basura. El trabajo de la casa es para la esposa; el trabajo afuera es para el marido. Los niños hacen esto; las niñas lo otro.

     - Obedecer una serie de tontas reglas y tradiciones domésticas que no funcionan para tu familia, como pedir permiso para levantarse de la mesa, el que todos coman al mismo tiempo o a la misma hora cuando en realidad es más incómodo hacerlo de esa manera; irse a dormir con un horario  injustificado.

     - Seguir las normas impuestas por todos los carteles de señales aunque no tengan sentido. ¡No hablar! ¡No pasar! ¡No a cualquier cosa! Sin jamás desafiar los dictados de una señal, o siquiera atreverse a pensar que esa señal no tiene por qué estar allí en primer lugar. La gente hace las señales y la gente también se equivoca.

     - Por ley.

     - Comer todos los domingos en casa de mamá, aunque preferirías no hacerlo. Después de todo, es una tradición y si a todos no les gusta, incluyendo a mamá, hay que preservar la tradición.

     - Al leer un libro, empezar siempre por la primera página y leerlo entero hasta el final, a pesar de que gran parte de él no te interese o no te sirva. Terminar un libro que no te gusta simplemente porque has llegado a la mitad, y, si has leído la mitad, tienes que leerlo todo.

     - Que las mujeres no inviten nunca a los hombres a salir. Después de todo, ése es el papel del hombre. O no empezar nunca una conversación telefónica, o abrirle la puerta a un hombre, o pagar la cuenta, o seguir muchas tradiciones absurdas por el estilo que no sirven para nada en realidad.

     - Mandar tarjetas de felicitación por Navidades y Fiestas cuando te molesta hacerlo. Hacerlo porque siempre lo has hecho y porque es lo que se espera de ti.

      Tratar de sacar buenas notas en los estudios o forzar a tus hijos a que las saquen. Aprender y estudiar no para tu propia satisfacción sino por los símbolos que eventualmente aparecerán en el diploma.

     - Preguntarse siempre "¿Será ella/él la persona apropiada para mí?" y andar siempre atormentado en busca de la persona adecuada.

     - Ir a todas partes con tu pareja porque así se supone que tiene qué ser aunque ambos prefieran estar en sitios diferentes en un momento dado.

     - Consultar siempre con uno de esos libros que explican cómo hacer las cosas, porque cada cosa, cada trabajo debe hacerse de cierta manera. No poder diferenciar entre los manuales que proporcionan información útil y los que simplemente te dicen cómo tendrían que ser las cosas.

     - Si será éste el vestido apropiado, el sombrero, el automóvil, el aliño de ensalada, canapé, libro, universidad, trabajo, etc. Buscar siempre ansiosamente el elemento apropiado cayendo atrapado en esa bolsa de indecisión y duda.

     - Darle mayor importancia a las recompensas, títulos, honores y a todos los emblemas honoríficos que a tu propia evaluación de lo que has logrado y haces.

     - Decir: "¡Yo no podría ser nunca tan grande como...!"

     - Aplaudir en un teatro cuando no te gustó la función.

     - Dar propina cuando has sido mal atendido.

     - Comportamientos del tipo de los fanáticos del deporte, enloqueciéndote por el triunfo o fracaso de tu equipo favorito, y vivir como de prestado a través de los logros o falta de logros de los atletas.



UNA OJEADA A ALGUNAS DE LAS RETRIBUCIONES MAS COMUNES DE LA  "DEBERIZACION"

     Algunas de las razones que tienes para aferrarte a tus "deberías" van detalladas más abajo. Estas retribuciones o compensaciones, como todas las que brindan las zonas erróneas, fundamentalmente son autodestructivas pero también es cierto que constituyen en sí mismas un cierto tipo de sistema de apoyo.


- Puedes disfrutar el hecho de ser "un buen chico" o "una buena chica," cuando aceptas todos los "deberías". Puedes darte palmaditas en la espalda a ti misma por ser obediente. Este dividendo es regresivo ya que por su intermedio, regresas a un período anterior de desarrollo cuando se te recompensaba con unas buenas dosis de aprobación cada vez que te portabas bien, lo que significaba depender de que otra persona establezca tus normas de conducta.

     - Tu sumisión y obediencia al "deberías" exterior te permite atribuirle toda la responsabilidad de tu inacción al "deberías" en vez de asumirla tú mismo. Mientras el "debería" sea la razón fundamental de lo que eres (o no eres), podrás evitar los riesgos que implica el confiar en ti mismo para cambiar. Así pues, tus "deberías" evitan tu crecimiento. Por ejemplo, Marjorie tiene un "debería" en su cabeza, el que las relaciones sexuales prematrimoniales son tabú. Ella tiene treinta y cuatro años y hasta la fecha nunca ha tenido ninguna experiencia sexual debido a este tabú impuesto desde el exterior. Pero Marjorie no tiene paz interior. A ella le gustaría tener una relación sexual y se siente muy insatisfecha consigo misma al respecto. Mas aún, es muy posible que Marjorie no llegue a casarse nunca, y su "debería" (en este caso "no deberías") le impedirá participar en actividades sexuales durante toda su vida. Cuando se la enfrenta con esta posibilidad, se estremece y sin embargo su "no deberías," sigue allí. Las actitudes de Marjorie están marcadas por su "debería". Ni siquiera puede pasar la noche en la misma casa que su acompañante por miedo a la crítica de la gente. Así constantemente tiene que incomodarse, volviendo a la casa de su mamá por la noche por culpa de sus "deberías".
Aferrándose a este tabú evita el riesgo de probarse a sí misma en una relación de tipo sexual que la asusta. Pero su respuesta es siempre: "No debo hacerlo,". Está claro que sus "deberías" actúan en contra de su felicidad.

      Tus "deberías," te permiten maniobrar a los demás. Al decirle a un tercero que las cosas se deben hacer de una forma determinada, puedes lograr que lo haga como tú quieres.

     - Es más fácil sacar a relucir un "debería" cuando te falta confianza en ti mismo. Al palidecer tu propia imagen, el "debería," te sirve de baluarte.

     - Te es posible seguir estando satisfecho con tu propio comportamiento y mantener vivos tus sentimientos hostiles cuando los demás no encajan en los "deberías" que tienes para ti mismo y para el resto del mundo. De ese modo, mejoras la opinión de ti mismo en tu propia mente a expensas de los demás porque éstos no obedecen las normas establecidas.

     - Puedes ganarte la aprobación de los demás adaptándote a lo establecido. Te sientes bien porque te integras, que es lo que siempre te han dicho que debes hacer. La vieja necesidad de búsqueda de aprobación aparece aquí también.

     - Mientras tus pensamientos estén enfocados en los demás y mientras vivas a través de tus éxitos y fracasos, no tendrás que trabajar contigo mismo. El tener héroes puede reforzar la pobre opinión que tienes de ti mismo y permitirte evitar el esfuerzo de elaborar tu personalidad. Mientras los responsables de tus buenos momentos sean los héroes, y también de los malos, no hay razón para que seas tú quien asuma las responsabilidades. Tu propia valía es, en este caso, la valía de un tercero; o sea, que es momentánea y transitoria. Depende completamente de esos grandes hombres y mujeres y de cómo actúan para ti.


ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA ELIMINAR ALGUNOS DE TUS "DEBERÍAS"

     Básicamente tu trabajo de limpieza en esta zona implica correr riesgos. ¡Hacer cosas! Decidirte a ser diferente de lo que te han enseñado a ser es lo que te conviene cuando esas reglas ya no funcionan. He aquí algunas tácticas que te serán útiles para salirte de tus hábitos "deberizadores".

     - Empieza echando una ojeada indagatoria y profunda a tu comportamiento. Estudia los dividendos neuróticos de los que hablamos anteriormente. Entonces pregúntate a ti mismo por qué te estás cargando con tantos "deberías". Pregúntate a ti mismo si realmente crees en ellos, o si simplemente te has acostumbrado a comportarte de esa manera.

     - Haz una lista de todas las normas que cumples y respetas y que no te parecen pertinentes. Esos estúpidos comportamientos convencionales de los que tanto te quejas y de los que no te puedes liberar. Luego, haz tus propias "normas de conducta" escogiendo las que tengan más sentido para ti.
Anótalas aunque en este momento no te sientas capaz de vivirlas.

     - Empieza a crear tus propias tradiciones. Por ejemplo, si siempre has decorado tu árbol de Navidad la víspera de Navidad y prefieres hacerlo tres días antes, empieza una nueva tradición, una tradición que tenga sentido para ti.

     - Organiza una reunión de consulta con tus parientes y amigos para discutir las múltiples normas de conducta que todos seguís y que no os gustan o encontráis desagradables. Quizás entonces, podréis formular unas nuevas normas que a todos os parezcan más razonables. Te darás cuenta de que las viejas normas siguen vigentes porque nadie ha pensado seriamente en desafiarlas o en poner en duda su eficacia y actualidad.

     - Haz un diario externo/interno. Anota tus referencias "externas" en las que confieres a otros la responsabilidad de lo que tú estás sintiendo.
Comprueba si puedes trasladarte al lado "interno" con algunos actos de valor. Apunta cuidadosamente tus logros en el esfuerzo de trasladarte al lado "interior".

      Comprueba cuántas normas les impones a los demás. Pregúntales si realmente necesitan esas directivas o si se comportarían de la misma manera sin ellas. Puede que incluso te des cuenta de que ellos pueden proponer pautas más eficientes y flexibles que las tuyas.

     - Corre el riesgo de enfrentarte u oponerte a alguna regla o política que quisieras eliminar. Por ejemplo, si eres mujer y siempre has pensado que una mujer no debe llamar a un hombre para invitarlo a salir y te encuentras sin nada que hacer un fin de semana, llama a algún amigo y ve que pasa. O, Lleva de vuelta a la tienda alguna prenda de vestir que no resultó bien aunque la norma del establecimiento sea no se admiten devoluciones o no se reembolsará el dinero y enfréntate con esta política lo más eficientemente que puedas, alegando que te quejarás a los jefes si fuera necesario. No te dejes guiar por las normas de otros que terminan convirtiéndote en víctima como resultado final.

     - Piensa en las decisiones como en actos que provocarán diferentes resultados en vez de actos que están bien o están mal. Al tomar decisiones, elimina la noción de bien y mal y di que cualquiera está bien, sólo que cada una traerá distintas consecuencias. Confía en ti mismo al tomar una decisión en vez de buscar un apoyo externo que te ofrezca alguna garantía.
Complácete a ti mismo en vez de acatar normas externas.

- Trata de vivir tus momentos presentes y haz tus normas y tus "debería" para esa ocasión solamente. En vez de asumirlos como universales, reconócelos como pertinentes y aplicables sólo a este momento.
      Rehúsa compartir con nadie tu comportamiento antinormativo. Es sólo para ti, y no quieres caer en una posición de búsqueda de aprobación, en la que la razón para resistirse a la enculturización es la de llamar la atención y, por ende, la adulación de los demás.

     - Rechaza los roles que tú (y otros) están asumiendo en tu vida. Sé lo que quieres ser, sea lo que sea, en vez de lo que crees que se espera de ti porque eres hombre, mujer, un ser maduro, o lo que sea.

     - Niégate en un momento dado de la conversación a hablar de los demás.
Practica durante períodos cada vez más extensos a no proyectar sentimientos de culpa sobre los demás, o hablar de otra persona, hecho, o idea de modo quejumbroso o culpabilizador.

     - Deja de esperar que cambien los demás. Pregúntate a ti mismo por qué han de cambiar simplemente porque a ti te gustaría que así fuera. Reconoce que todas las personas tienen derecho a ser lo que escogen ser, incluso si te irritan siendo así.

- Haz una lista de culpas, detallando todo lo que te disgusta en ti mismo.

Puede parecerse a la siguiente:

Qué, quién tiene la culpa

     Soy demasiado gordo/a... Sara Lee, mi metabolismo, los restaurantes, mamá, la genética.

     Tengo mala vista. Mis padres, abuelos, Dios, la genética, los estudios.

     Soy fatal para las matemáticas.... Mis profesores primarios, hermana, genes matemáticos deficientes, mamá.

No tengo novio/novia. . . . La fortuna, todos en la escuela son unos monstruos, no me dejan maquillarme.

Qué es lo que me disgusta de mi y de mi vida

Soy demasiado alto/a. . . . Los genes, Dios, mamá. Soy desgraciado/a . La situación económica, el divorcio, mis hijos me odian, mi mala salud. Mi pecho es demasiado pequeño .

Mamá, la genética, los genes, nutrición deficiente de pequeña, Dios, el Diablo. El color de mi pelo . Helena Rubinstein, los genes, mis amigas, el sol.

La situación mundial me preocupa

Mis vecinos son odiosos.

Mis fracasos en el tenis. .

No me siento bien

Los presidentes Ford, Nixon, Johnson, etc.; el comunismo, la humanidad.

El vecindario, "Esa calaña de gente", las normativas del barrio.

El viento, el sol, la red está demasiado alta/baja, me distraen, me dan calambres, me duele el brazo/pierna, etcétera.

Mi metabolismo, la regla, mi médico, la comida, el calor, el frío, el viento, la lluvia, el polen. Lo que sea.

     Suma el total de tu cuenta de culpas y constata si eres diferente ahora que has repartido cuidadosamente las faltas y la culpa entre la gente y las cosas que son responsables de tus sentimientos. ¿No es eso ya algo? Sigues siendo exactamente el mismo. Le eches o no la culpa a alguien o a algo, sigues siendo el mismo a menos que hagas algo constructivo para corregir lo que no te gusta. Esto te puede servir como un ejercicio para darte cuenta de lo inútil que resulta culpar a los demás por lo que a ti te pasa.

     - Declara en voz alta que acabas de culpar a alguien por algo y que estás trabajando contigo mismo para eliminar este tipo de comportamiento. Al formularlo como una meta a alcanzar estarás atento a los síntomas que demuestren tu tendencia a continuar en esta dirección.

     - Decide que toda la infelicidad que escojas será el resultado de tu propio esfuerzo y de tu propio comportamiento y nunca el resultado de las acciones de otra persona. Recuérdate a ti mismo constantemente que cualquier infelicidad proveniente del exterior refuerza tu propia esclavitud, ya que implica que tú no ejerces control sobre ti mismo ni sobre ellos, sino que más bien son ellos los que tienen control sobre ti.

     - Cuando alguien te está culpabilizando pregúntale amablemente: "¿Te gustaría saber si yo quiero oír lo que ahora me estás diciendo?". Esto es, enseña a los otros a no usarte como un receptáculo de culpa, y empieza a clasificar las actitudes culpabilizadoras y echadoras de culpa en la demás gente de modo que puedas aprender a reconocerlas en ti mismo. Puedes hacerlo de una manera que no ofenda como por ejemplo: "Acabas de echarle la culpa a George de lo que sientes. ¿En serio crees que la tiene?". O:

"Siempre dices que si subieran las cotizaciones de la Bolsa, tú serías mucho más feliz. Le das realmente mucha importancia si dejas que controle de ese modo tu vida". El reconocer en los demás los comportamientos culpabilizadores, las culpas y los "deberías", te ayudará a eliminar ese comportamiento en ti mismo.

     - Consulta las listas de "deberías" que discutimos anteriormente en este capítulo. Trata de cambiar estos viejos hábitos por actitudes y comportamientos nuevos y distintos; quizás una cena a medianoche; cambiando tu posición sexual o poniéndote el vestido que te gusta. Empieza a tener confianza en ti mismo dándoles menos importancia a esos "deberías" externos.

     - Trata de recordar que lo que hace la otra gente no es lo que te molesta, sino tu reacción. En vez de decir: "No deben hacer eso", di: "Me pregunto por qué me molesto con lo que están haciendo".


ALGUNOS PENSAMIENTOS FINALES SOBRE EL COMPORTAMIENTO "DEBERIZADOR"

     En 1838, Ralph Waldo Emerson escribió en Éticas literarias:

     Los hombres muelen y muelen en el molino de un axioma y lo único que sale es lo que allí se puso. Pero en el momento mismo que abandonan la tradición por un pensamiento espontáneo, entonces la poesía, el ingenio, la esperanza, la virtud, la anécdota ilustrativa, todo se precipita en su ayuda.

     ¡Qué pensamiento más hermoso! Sigue con la tradición y siempre serás el mismo, pero tírala por la borda y el mundo será tuyo y podrás usarlo tan creativamente como lo desees, como escojas.

     Conviértete en el juez de tu propia conducta y aprende a confiar en ti mismo para tomar las decisiones del momento presente. Deja de buscar en las tradiciones y las normativas de toda la vida la respuesta adecuada.

Canta tu propia canción de felicidad de la manera que escojas cantarla, sin preocuparte ni importarte cómo se supone que debe ser.


8

LA TRAMPA DE LA JUSTICIA


Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer gusanos, y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.

Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no lo conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración. En realidad sería igualmente productivo que buscáramos la fuente de la eterna juventud o algún otro mito por el estilo.

La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá. Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera.

Los gorriones comen gusanos. Eso no es justo para los gusanos. Las arañas comen moscas, lo que no es justo para las moscas. Los cuguares matan coyotes. Los coyotes matan tejones. Los tejones matan ratones. Los ratones matan insectos. Los insectos... No tienes más que observar la naturaleza para darte cuenta de que no hay justicia en este mundo. Los tornados, las inundaciones, los maremotos, las sequías, todas esas cosas son injustas.

Este asunto de la justicia es un concepto mitológico. El mundo y la gente que vive en él son injustos todos los días. Tú puedes escoger ser feliz o ser desgraciado, pero esta elección nada tiene que ver con la falta de justicia que veas a tu alrededor.

Éste no es un punto de vista amargado de la humanidad y del mundo sino que más bien un informe realista sobre lo que es el mundo. La justicia es un mero concepto casi imposible de aplicar, en especial, en lo que se refiere a tus propias opciones de realización y felicidad personales. Pero muchos de nosotros tendemos a exigir que la justicia y equidad sea parte inherente de sus relaciones con los demás. "No es justo." "Tú no tienes derecho a hacer eso si yo no puedo hacerlo", y "¿Te haría yo una cosa así a ti?".

Éstas son las frases que usamos. Queremos justicia y usamos su carencia como justificación para la infelicidad. La exigencia de justicia no es un comportamiento neurótico. Sólo se convierte en zona errónea cuando te castigas a ti mismo con una emoción negativa al no poder ver la justicia que exiges. En este caso el comportamiento autofrustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede generar esa realidad sin justicia.

     Nuestra cultura promete justicia. Los políticos se refieren a ella en todos sus discursos. "Necesitamos igualdad y justicia para todos." Sin embargo día tras día, más aún, siglo tras siglo, la falta de justicia continúa. Pobreza, guerras, pestes, crímenes, prostitución, drogas y asesinatos siguen sucediendo generación tras generación tanto en la vida pública como en la privada. Y si la historia de la humanidad puede servirnos de guía, seguirán sucediéndose.

     La injusticia es una constante en la vida, pero con la infinita sabiduría, que acabas de adquirir, puedes decidirte a luchar contra esa injusticia y a negarte a quedar inmovilizado emocionalmente por ello. Puedes trabajar para ayudar a extirpar la injusticia y puedes decidir que no te dejarás vencer psicológicamente por ella.

     El sistema legal promete justicia. "La gente exige justicia", y hay personas que incluso trabajan para que así sea, para que haya justicia.

Pero generalmente no sucede. Los que tienen dinero no son condenados. A menudo, los jueces y los policías se venden a los poderosos. Un presidente y un vicepresidente de los Estados Unidos son perdonados o despedidos con una leve reprimenda después de haberse demostrado que eran culpables de actividades delictivas. Los pobres llenan las cárceles y no tienen casi la menor posibilidad de golpear al sistema. No es justo. Pero es cierto. Spiro Agnew se hace rico después de no pagar sus impuestos sobre la renta. Richard Nixon es exonerado y sus cómplices pasan unos pocos meses en las mejores prisiones mientras que los pobres y los miembros de grupos minoritarios se pudren en las cárceles esperando la vista de su causa, esperando una oportunidad. La visita a cualquier tribunal de justicia, o cuartelillo de policía nos demostrará que para los poderosos e influyentes hay reglamentos especiales aunque las autoridades lo nieguen empecinadamente. ¿ Dónde está la justicia? ¡En ninguna parte! Tu decisión de luchar contra ella puede ser admirable, sin duda, pero tu elección de dejarte perturbar por ello es tan neurótica como la culpa, como la búsqueda de aprobación o cualesquiera de los otros comportamientos autoflagelantes que constituyen tus zonas erróneas.

"¡NO ES JUSTO!"
EL LEMA DE LAS RELACIONES INEFICACES

     La sed de justicia puede llegar a infiltrarse en tus relaciones personales y evitar que te comuniques eficientemente con las demás personas. El conocido lema " ¡No es justo!" es una de las quejas más comunes (y destructivas). Para poder considerar que algo es injusto tienes que compararte con otro individuo o con otro grupo de individuos. Tu mente funciona más o menos así: "Si ellos pueden hacerlo, yo también". "¡No es justo que tú tengas más que yo!" "Pero si yo no pude hacer eso, ¿por qué lo vas a hacer tú?" En estos casos determinas lo que es bueno para ti basándote en la conducta de otros. Ellos, no tú, están a cargo de tus emociones. Si te sientes perturbado porque no puedes hacer algo que otra gente puede hacer o ha hecho, es porque has dejado que sean ellos los que te controlen. Cada vez que te comparas a ti mismo con cualquier otra persona, estás jugando el juego del "No es justo" y trasladándote desde tu postura de confianza en ti mismo al pensamiento externo dirigido por terceros.

     Una de mis pacientes, una joven muy atractiva llamada Judy, es un buen ejemplo de este tipo de pensamiento autodestructivo. Judy llevaba cinco años de casada y se quejaba de que no era feliz en su matrimonio. En una sesión de terapia de grupo, ella hizo una dramatización de una discusión conyugal. Cuando el joven que hacía de marido de Judy, que era agente de seguros, le dijo algo desagradable, Judy inmediatamente le contestó diciendo: "¿Por qué dices eso? Yo nunca te digo cosas así". Cuando él le mencionó a sus hijos, Judy dijo, "Eso no es justo. Yo nunca mezclo a los niños en nuestras discusiones". Cuando la interpretación de roles se dirigió hacia los proyectos de una salida nocturna, el razonamiento de Judy fue nuevamente: "Eso no es justo. Tú sales siempre y yo me tengo que quedar en casa con los niños".

     Para Judy, su matrimonio debía funcionar según una lista de comparaciones. Una para ti, otra para mí. Todo tenía que ser parejo y justo. Si yo hago esto de esta manera, tú tienes que hacerlo igual. No es extraño que se sintiera herida y llena de rencores todo el tiempo, más preocupada de ajustar cuentas y reparar injusticias imaginarias que de examinar y quizá mejorar su vida conyugal.

     La búsqueda de justicia de Judy era un neurótico callejón sin salida. Ella evaluaba el comportamiento de su marido basándose en su propio comportamiento y su felicidad en base al comportamiento de su marido. Si ella dejara de buscar equidad y hacer cuentas y empezara a tratar de obtener las cosas que quiere sin pretender que sean los demás los que se las brinden, o sea sin tener que depender de los demás, entonces es seguro que sus relaciones podrán mejorar.

     El concepto de justicia es un concepto externo; una manera de evitar el hacerte cargo de tu propia vida. En vez de pensar en que las cosas son injustas, puedes decidir lo que realmente quieres, y ponerte a buscar los modos para lograrlo, independientemente de lo que el resto del mundo quiere o hace. El simple hecho es que todas las personas son distintas, y no importa cuánto te quejes y reclames porque los demás tienen más que tú, ya que así no lograrás ningún cambio positivo. Necesitarás eliminar las referencias venidas de fuera y tirar los prismáticos que enfocan lo que hacen los demás. Algunas personas trabajan menos y ganan más dinero. Otras personas mejoran sus posiciones por favoritismos mientras que tú eres más hábil y eficiente. Tu esposo/a y tus niños seguirán haciendo las cosas de una manera diferente a la tuya. Pero si te enfocas a ti mismo en vez de compararte con los demás, te darás cuenta de que no vale la pena molestarte por la falta de equidad y justicia. El telón de fondo de casi todas las neurosis es dejar que el comportamiento de los demás sea más significativo, más importante que el tuyo propio. Si te cargas con frases como "Si él puede hacerlo, yo también...", vivirás tu vida según lo que piensan los demás y no creándola tú mismo a tu manera.

LOS CELOS: UNA RAMA DE LA "EXIGENCIA DE JUSTICIA"

     John Dryden decía que los celos eran "la ictericia del alma". Si los celos interfieren en tu vida y te producen una inmovilidad emocional, lo que debes hacer es proponerte como meta eliminar este tipo de pensamiento inútil y perjudicial. Los celos son en realidad una manera de exigirle a alguien que te quiera de cierto modo específico y tú dices "No es justo", cuando no lo hacen. Esto proviene de una falta de confianza en ti mismo, simplemente porque se trata de una actividad dirigida a los otros. Permites que el comportamiento de otra persona te produzca incomodidad emocional. La gente que realmente se quiere a sí misma no opta por los celos ni se deja perturbar cuando alguna otra persona no actúa con justicia.

     Nunca podrás predecir cómo reaccionará el ser que amas ante otro ser humano, pero si escoge ser afectuoso o amable, tú sólo puedes experimentar la inmovilidad de los celos si consideras que sus decisiones tienen algo que ver contigo. Eso depende de ti; es tu elección. Si un miembro de una pareja se enamora de un tercero, no es que sea "injusto", simplemente es. Si le consideras injusto, probablemente terminarás tratando de imaginarte por qué. Un ejemplo perfecto nos lo proporciona una paciente mía que estaba furiosa porque su marido tenía un affaire. La obsesionaba el pensar por qué lo hacía. Se preguntaba constantemente: "¿En qué me equivoqué?", "¿Qué me pasa?", "¿No soy yo suficientemente buena para él?" y toda una retahíla de preguntas llenas de dudas respecto a sí misma. Helen pensaba constantemente en la injusticia de la infidelidad de su marido. Pensó incluso en tener un affaire ella para equilibrar la balanza. Lloraba mucho y oscilaba entre la tristeza y la ira.

     La equivocada manera de pensar de Helen, que la conduce a la infelicidad, reside en una demanda de justicia que abruma su relación. Esto hace también que la elección de su marido de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio sea el motivo de su perturbación. Al mismo tiempo, está usando el comportamiento de su marido como justificativo para hacer algo que probablemente hacía mucho tiempo que quería hacer. Y no lo hacía porque no era justo. La insistencia de Helen en que las cosas tienen que ser justas implica que si fuese ella la primera en tener un affaire, entonces su marido tendría que tomar represalias. El estado emocional de Helen no va a mejorar hasta que ella decida que la decisión de su marido fue independiente de ella, y que él puede tener mil motivos particulares, y ninguno de ellos relacionados con Helen, para embarcarse en su aventura sexual.

Quizá simplemente haya querido hacer algo distinto; quizá sintió amor por otra persona además de su mujer, o quizá quiso probar su virilidad o mantener a raya la vejez. Sea cual fuere el motivo, éste nada tiene que ver con Helen. Ella puede ver el affaire de su marido como algo que pasa entre dos personas y no como algo dirigido contra ella. La perturbación reside únicamente en Helen. Puede seguir hiriéndose a sí misma con esos celos autoflagelantes porque se considera menos importante que su marido o la amante de éste, o puede llegar a reconocer que el affaire de otra persona nada tiene que ver con su propia valía.

ALGUNOS COMPORTAMIENTOS TÍPICOS DE "DEMANDA DE JUSTICIA"

     El comportamiento de "búsqueda de equidad" es muy evidente en casi todas las áreas de la vida. Por poco perceptivo que seas, te podrás dar cuenta de que surge constantemente en tu comportamiento y en el de los demás. He aquí algunos de los ejemplos más comunes de este tipo de comportamiento.

     - Quejarse de que otros ganan más dinero por hacer el mismo trabajo que haces tú.

     - Decir que no es justo que Frank Sinatra, Sammy Davis, Barbra Streisand, Catfish Hunter o Joe Namath ganen unos sueldos tan altos y molestarte por ello.

      Molestarte porque otros cometan infracciones impunemente mientras que a ti siempre te cogen. Desde los que violan las normas de velocidad vial hasta el perdón de Nixon, tú insistes en que la justicia debe prevalecer.

     - Todas las frases del tipo de "¿Acaso yo te haría algo así?", con la pretensión de que todo el mundo tiene que ser exactamente igual a ti.

     - Corresponder siempre cuando alguien te hace un favor. Si tú me invitas a cenar, yo te debo una cena a ti o por lo menos una botella de vino. Este tipo de comportamiento a menudo se justifica como amabilidad o buena educación, pero en realidad es simplemente una manera de mantener equilibrada la balanza de la justicia.

     - Corresponder al beso que se te da o decir "Yo también te quiero", en vez de aceptarlo y expresar tus propios pensamientos cuando escojas hacerlo. Implica que no es justo recibir un "Yo te quiero", o un beso sin devolverlo.

     - Sentirte obligado a tener relaciones sexuales con alguien aunque no quieras hacerlo porque simplemente no es justo no cooperar. De ese modo, funcionas debido a una motivación de justicia en vez de hacer lo que realmente deseas en ese momento presente.

- Insistir siempre en que las cosas tienen que ser consecuentes. Recuerda la frase de Emerson que a menudo se cita equivocadamente:

     La tonta consecuencia es el duende de las mentes pequeñas.
     Si pretendes que las cosas siempre sean "apropiadas" y "justas", estás dentro de esta categoría de "mentes pequeñas".

     - En las discusiones insistir en una decisión clara y nítida en que los vencedores tienen razón y los perdedores están equivocados.

     - Usar el argumento de la justicia para conseguir lo que quieres. "Tú saliste anoche; no es justo que yo me tenga que quedar en casa." Y molestarte por la falta de igualdad.

     - Decir que algo no es justo ante los niños, los padres o los vecinos y, en consecuencia, hacer cosas que preferirías no hacer, resintiéndote por ello. En vez de echarle la culpa de todo lo que pasa a la falta de equidad, trata de observar seriamente tu propio comportamiento que te inhabilita a decidir por ti mismo qué es lo más apropiado para ti.

      El jueguecito de "Si él/ella puede hacerlo, pues yo también" es una manera de justificar algo que tú haces por medio del comportamiento de otra persona.

Ésta puede ser la racionalización neurótica que te sirve para hacer trampas, robar, flirtear, mentir, llegar siempre tarde, o para cualquier cosa que prefieres no admitir en tu propio sistema de valores.

Por ejemplo, en la carretera, fastidias a otro conductor porque él te lo hizo a ti, o te apresuras a adelantar a uno que va lento para demorarlo más porque él te lo hizo antes a ti; o dejas las luces largas al cruzarte con otro coche porque los coches que vienen en dirección contraria lo están haciendo y pones literalmente en juego tu vida porque tu sentido de justicia ha sido violado.

Éste es el tipo de comportamiento de "él me pegó, así que yo le pego a él" tan común en los niños que lo han visto en sus padres miles de veces. Es la causa de muchas guerras cuando esto es llevado a extremos ridículos.

     - Gastar la misma cantidad de dinero en un regalo que el que gastó en ti la persona a quien regalas. Pagar cada favor con un favor del mismo valor. Mantener tu libro de cuentas equilibrado, en vez de hacer lo que te gustaría hacer. Después de todo: "Hay que ser justos".

     Allí están las pequeñas excursiones por el callejón de la justicia, donde tú y los que están cerca de ti se encuentran conmovidos interiormente, a menudo muy poco pero conmovidos de cualquier manera, por esa absurda afirmación que tienes grabada en la cabeza de que las cosas tienen que ser justas.

ALGUNAS DE LAS RECOMPENSAS PSICOLÓGICAS QUE TE IMPULSAN A AFERRARTE A TUS "DEMANDAS DE JUSTICIA"

     Las recompensas para este tipo de comportamiento son generalmente autofrustrantes en el sentido que mantienen la percepción fuera de la realidad y en una especie de mundo onírico que nunca existirá. Las razones más comunes para conservar tus "demandas de justicia" en pensamiento y comportamiento son las siguientes:

     - Puedes sentirte satisfecho de ti mismo porque eres una persona honorable. Ésta es una de las formas que tienes de sentirte mejor y superior. Mientras sigas insistiendo en un sistema mitológico de justicia y te preocupes más de tener tu libro de cuentas en orden y bien equilibrado, seguirás aferrado a esa sensación de "Yo soy mejor que tú" y gastarás tus momentos presentes en sentirte satisfecho de ti mismo en vez de vivir de forma efectiva.

     - Puedes ignorar la responsabilidad por ti mismo y justificar tu inmovilidad transfiriendo la responsabilidad a aquella gente o aquellos hechos que no son justos. Esto te sirve para excusar tu falta de capacidad para ser y sentir lo que quieres y escoges. De esta manera puedes evitar los riesgos y el trabajo que implica tratar de cambiar. Mientras la injusticia sea la causa de tus problemas, no puedes cambiar. Lo harás cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por supuesto, no sucederá nunca, jamás.

     - La injusticia puede hacerte llamar la atención, la compasión y la autocompasión. El mundo ha sido injusto contigo, así es que ahora tú y todos los que están a tu alrededor deben sentir pena por ti y compadecerte.
Ésta es otra de las grandes técnicas para evitar el cambio. La atención, la compasión, la autocompasión son tus retribuciones y las usas para sostenerte en vez de hacerte cargo de ti mismo y evitar los comportamientos inspirados en las comparaciones.

     - Puedes justificar todo tipo de comportamientos inmorales, ilegales e impropios haciendo que la responsabilidad de tus actos recaiga sobre otro. Si él puede hacerlo, yo también puedo. Este es un espléndido sistema de racionalización para justificar cualquier comportamiento.

     - Te proporciona una excusa estupenda para ser ineficiente. "Si ellos no hacen nada, yo tampoco lo haré." Es una estratagema hábil e ingeniosa para justificar tu pereza, tu cansancio o tus temores.

     - Te brinda un buen tema de conversación que te ayuda a evitar hablar de ti mismo con la gente que te rodea. Si te quejas de todas las injusticias que se hacen en el mundo, no realizarás nada, pero por lo menos habrás pasado el tiempo y logrado escapar, quizá, de la necesidad de tratar más honestamente e íntimamente también con la demás gente.

     - Si tienes un concepto claro de la justicia, tus decisiones serán siempre justas.

     - Podrás manipular a los demás, especialmente a tus hijos, recordándoles que son injustos contigo porque no son exactamente iguales a ti y no mantienen una cuenta exacta de todo el dar y recibir de tu relación con ellos. Esta es una manera muy hábil de conseguir que se hagan las cosas a tu manera.

     - Puedes justificar un comportamiento vengativo diciendo que las cosas tienen que ser justas. Ésta es una maniobra que sirve para justificar todo tipo de actividades manipuladoras y desagradables. La venganza se justifica porque todo tiene que ser parejo y ecuánime. Y si tienes que pagar un favor, del mismo modo tendrás que pagar una maldad.

     He aquí el sistema psicológico de apoyo que justifica tus demandas de justicia. Pero este sistema de apoyo no es invulnerable. A continuación, he anotado algunos métodos estratégicos para deshacerte de este tipo de pensamiento y limpiar esta zona errónea de la demanda de justicia.

ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA RENUNCIAR A LA SANA DEMANDA DE JUSTICIA

     - Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece injusto.

Usa tu lista como guía para una acción personal eficiente. Hazte a ti mismo esta pregunta importante: "¿Desaparecerán las desigualdades porque a mí me perturban?". Obviamente que no. Atacar el pensamiento erróneo que te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir de la trampa de la justicia.

     - Cuando te descubras a ti mismo diciendo: "¿Acaso te haría yo eso a ti?" o cualquiera de las frases de ese tipo, cámbiala a "Tú eres distinto a mí, aunque yo encuentro difícil aceptarlo ahora mismo". Esto logrará abrir en vez de cerrar la comunicación entre tú y la otra persona.

     - Empieza a pensar que tu vida emocional es algo que está fuera y es independiente de lo que haga cualquier otra persona. Esto te librará del dolor que sientes cuando la gente se comporta de una manera distinta a la que tú quisieras.

     - Trata de mirar con perspectiva las decisiones que hagas y no como hechos monumentales que cambiarán tu vida.

     Carlos Castaneda dice que el hombre sabio es aquel que

     Vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo que pensará cuando haya terminado de actuar... Él sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto; él sabe, porque él ve, que nada es más importante que ninguna otra cosa. Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto que él controla la locura de su vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier acto, y actúa como si le importara. El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe.

     - Cambia la frase "No es justo" por "Es una lástima" o "Yo preferiría...",. Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es, empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a aprobarla o estar de acuerdo con ella.

     - Elimina las referencias externas de comparación. Ten tus propias metas, independientemente de lo que hagan Tom, Dick o Harry. Proponte hacer lo que tú quieres hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no hagan.

     - Corrígete a ti mismo en voz alta, cuando uses frases como "Yo siempre te llamo cuando voy a llegar tarde, ¿por qué no me llamaste tú a mí?", así eliminarás la noción errónea de que el motivo que tiene la otra persona para llamarte es parecerse a ti.

    - En vez de pagarle a alguien por algo, como por ejemplo llevando una botella de vino o un regalo a una fiesta, espera hasta que un día tengas ganas y entonces le mandas una botella de vino con una nota que diga:
"Simplemente porque creo que eres una gran persona". No hay ninguna necesidad de mantener en orden las cuentas intercambiando mercancías; haz simplemente algo agradable porque tienes ganas y no porque la ocasión te lo exige.

     - Gasta la cantidad de dinero que tú quieras en un regalo sin dejarte influenciar por lo que se gastó en ti. Elimina las invitaciones que haces por obligación o por un sentido de justicia. Decide a quiénes vas a ver por motivos internos en vez de externos.

     - Decide tú mismo cuáles serán las normas de conducta que regirán tu comportamiento en el seno de tu familia, basándote en lo que tú consideras que es lo apropiado para ti. Haz que todos los demás hagan lo mismo.
Entonces observa y comprueba si no es posible hacer que esto suceda sin que unos violen los derechos de los otros. Si tú sientes que lo que quieres hacer es salir tres noches por semana, pero no puedes hacerlo porque alguien tiene que cuidar a los niños, no dejes que el concepto de "justicia" se interponga en lo que decidas hacer. Quizá podrías arreglártelas para que alguien cuide de los niños o lleva a los niños contigo en tus salidas, o cualquiera que sea el arreglo que resulte satisfactorio para todos. Pero el empezar con la rutina del "No es justo", suscitará rencores y además hará que te quedes en casa. Por cada injusticia que sufres, existe una resolución que no requiere que te quedes de ninguna manera inmovilizado.

     - Recuerda que la venganza es simplemente otra manera de ser controlado por los demás. Haz lo que tú, y no ellos, decidas que es conveniente para ti.

     Estas sólo son unas cuantas sugerencias que pueden servirte como principio para ayudarte a ser más feliz deshaciéndote de la necesidad de compararte a ti mismo con otros y a usar sus posiciones y posesiones como un barómetro para medir tu propia felicidad. La injusticia no es lo que cuenta sino lo que tú haces al respecto.

 

9

TERMINANDO CON LAS POSTERGACIONES AHORA MISMO


No es necesario derramar una sola gota de sudor para postergar hacer cualquier cosa.

¿Te encuentras tú en la categoría de los que postergan todo? Si eres como   la mayoría de la gente, la respuesta es sí. Pero es muy posible también que preferirías no vivir con la ansiedad que produce el postergamiento de las cosas. Puede que te des cuenta de que estás postergando muchas cosas que quieres hacer, y sin embargo por algún motivo, simplemente sigues suspendiendo la acción. Este asunto de las dilaciones es una de las facetas más preocupante de la vida. Si te cuentas entre los casos graves de los que padecen este mal, seguro que no pasa un día sin que te digas a ti mismo:

"Yo sé que tendría que hacer eso o aquello y no lo hago, pero ya me llegará el momento". Tu zona errónea de "postergación" es de las más difíciles de achacar a las fuerzas externas. Es toda tuya, tanto la postergación en sí como la incomodidad que ésta te produce.
     La zona errónea de la postergación es lo más cerca que se puede llegar a una zona errónea universal. Hay muy poca gente que puede decir con honestidad que no realiza postergaciones a pesar de que a la larga le resulten contraproducentes y malsanas. Como en todas las zonas erróneas, el comportamiento en sí no es malsano. El hecho de postergar, en realidad, ni siquiera existe. Uno simplemente hace cosas, y las que no hace, simplemente no están hechas en vez de postergadas. El comportamiento neurótico es simplemente la reacción emocional que lo acompaña y la inmovilización que produce. Si sientes que postergas las cosas que tienes que hacer, y te gusta postergarlas, y no sientes culpa por ello, ni ansiedad ni molestias, pues entonces sigue postergando lo que tienes que hacer y pasa por alto este capítulo. Sin embargo para la mayor parte de la gente, las tácticas dilatorias o el postergar lo que tienen que hacer son en realidad una manera de evadirse, de vivir los momentos presentes lo más intensamente posible.

ESPERANDO, DESEANDO Y QUIZÁ

     Tres frases neuróticas típicas del hombre que posterga y vacila componen el sistema de apoyo que sirve para mantener el comportamiento dilatorio.

"Quizá las cosas se solucionarán solas." "Espero que las cosas vayan mejor." "Deseo que se arreglen las cosas."

     He aquí los deleites de quien posterga. Cuando dices "quizás", "espero", o "deseo", puedes usar estas palabras como razonamientos para no hacer nada en el presente. Pero los deseos y esperanzas no son más que una pérdida de tiempo, ilusiones vanas de los que viven en un mundo ficticio.

Nunca nadie logró nada, con ninguna de estas palabras por más veces que las repitiera. En realidad éstas sólo sirven para evitar tomar cartas en el asunto y realizar las tareas que tú has decidido que tienen la suficiente importancia para estar en la lista de las actividades de tu vida.

     Tú puedes hacer lo que te propongas. Eres fuerte y capaz. No eres frágil ni quebradizo. Al postergar para un momento futuro lo que quisieras hacer ahora, te entregas al escapismo, a la autoduda, y lo que es peor aún al autoengaño. Tu zona postergatoria es un movimiento que te impide ser fuerte en el momento actual, en tu ahora, y te impulsa en dirección de la esperanza de que las cosas mejorarán en el futuro.

LA INERCIA COMO ESTRATEGIA PARA VIVIR

     He aquí una frase que puede lograr mantenerte inerte en tus momentos presentes: "Esperaré y mejorarán las cosas". Para algunos esta actitud se convierte en una forma de vida, siempre están postergando algo que harán en un día que nunca ha de llegar.

     Mark, un paciente que atendí hace poco, vino a mi consulta quejándose de lo desgraciado que era en su matrimonio. Mark era un cincuentón que llevaba casi treinta años de casado. Cuando empezamos a hablar sobre su vida conyugal me di cuenta de que los motivos de las quejas eran muy antiguos. "Nunca anduvo bien, ni al principio", me dijo en un momento dado. Le pregunté a Mark por qué había seguido con su mujer durante tantos años. "Tenía la esperanza de que las cosas mejorarían", me confesó. Casi treinta años de esperanzas y Mark y su mujer seguían siendo desgraciados.

     Cuando hablamos más sobre la vida de Mark y sobre su matrimonio, él me reconoció que hacía como diez años que era impotente. Le pregunté si alguna vez había buscado ayuda profesional para su problema. No, él simplemente había evitado tener relaciones sexuales por más y más tiempo esperando que el problema se solucionaría solo. "Yo estaba seguro de que las cosas mejorarían" ,me dijo Mark como un eco de su primer comentario. Mark y su matrimonio representan un caso clásico de inercia. Se evadía de sus problemas y justificaba esta evasión diciendo: "Si espero un tiempo sin hacer nada, quizá las cosas se solucionarán solas". Pero Mark aprendió que las cosas no se solucionan nunca solas. Se quedan exactamente como están. Como mucho, las cosas cambian, pero no mejoran.Las cosas en sí (circunstancias, situaciones, sucesos, gente) no mejoran nunca solas. Si tu vida es mejor de lo que era, es porque tú has hecho algo constructivo para mejorarla. Miremos más de cerca este comportamiento dilatorio y veamos cómo eliminarlo tomando algunas resoluciones bastante simples. Ésta es una de las zonas que puedes limpiar con mucho "trabajo mental", ya que es una zona que tú mismo te has creado, sin ninguno de los refuerzos culturales que son como el sello de tantas otras zonas erróneas.

¿CÓMO FUNCIONA LA POSTERGACIÓN?

     Donald Marquis dijo que la postergación era "el arte de estar al día con el ayer". A esto yo le agregaría, "y de evitar el hoy". Funciona de la siguiente manera. Tú sabes que hay ciertas cosas que quieres hacer, no porque otros te lo hayan ordenado, sino porque las has elegido deliberadamente. Sin embargo muchas de ellas se quedan sin hacer, a pesar de lo mucho que te digas a ti mismo que las harás. Decidirte a hacer algo en el futuro, algo que podrías hacer ahora, es un sustituto muy aceptable del hecho de hacerlo realmente, y te permite engañarte a ti mismo no enfrentándote con el hecho de que en realidad ésta es una componenda y que no estás haciendo lo que te propusiste hacer. Es un sistema muy útil que funciona más o menos así: "Yo sé que debo hacer aquello, pero en realidad tengo miedo de hacerlo mal, o que no me gustará hacerlo. Entonces me digo a mí mismo que lo haré en el futuro, y así no tengo que admitirme a mí mismo que no lo voy a hacer. Y me es más fácil aceptarme a mí mismo de esta manera". Éste es el tipo de razonamiento conveniente pero falaz y engañoso que puedes poner en juego cuando te enfrentas con que tienes que hacer algo que es desagradable o difícil.

     Si eres el tipo de persona que vive de una manera y dice que va a vivir de otra en el futuro, tus declaraciones no tienen contenido. Quiere decir simplemente que eres de las personas que siempre difieren la acción y que nunca terminan de hacer las cosas.

     Existen, por supuesto, grados de postergación. Es posible demorar las cosas hasta un punto, y luego terminar el trabajo justo antes de la última fecha posible. Esta es también una forma muy común de autoengaño. Si te permites a ti mismo un tiempo mínimo absoluto para hacer un trabajo, podrás justificar los resultados mediocres o inferiores, diciéndote: "Simplemente no tuve tiempo suficiente". Pero sí tienes tiempo suficiente. Sabes muy bien que la gente ocupada siempre logra hacer las cosas. Pero si te pasas el tiempo quejándote de lo mucho que tienes que hacer (postergando), no tendrás momentos presentes para hacerlo.

     Yo tenía un colega que era un especialista en el arte de la postergación. Andaba atareado siempre con montones de asuntos y negocios y hablando de lo mucho que tenía que hacer. Cuando hablaba de sus cosas los demás se cansaban sólo de oírlo. Pero al observarlo de cerca era fácil darse cuenta de que en realidad mi colega hacía muy poco. Tenía millones de proyectos en su mente y nunca se ponía a trabajar en ninguno de ellos. Me imagino que todas las noches antes de dormirse se engañaba a sí mismo prometiéndose hacer el trabajo al día siguiente y además terminarlo. Si no ¿cómo hubiera podido quedarse dormido con su sistema de autoengaño intacto? Tal vez supiera que no haría lo que se decía que iba a hacer, pero mientras jurase que sí lo haría, podía salvar sus momentos presentes.

     Tú no eres necesariamente lo que dices. Tu comportamiento es un barómetro mucho más adecuado para medir tu valor. Lo que haces en tus momentos presentes es el único indicador de lo que eres como persona, Emerson escribió una vez lo siguiente:

     No digas cosas. Lo que eres, relumbra sobre ti mientras lo haces, y atrona con tal fuerza que no puedo oír lo que alegas en su contra.

     La próxima vez que digas que harás algo, a sabiendas de que no lo harás, recuerda esas palabras. Son el antídoto de la postergación.


LOS CRÍTICOS Y LOS HACEDORES

     La postergación como forma de vida es una de las técnicas que puedes usar para evitar el hacer las cosas. Un no hacedor es a menudo un crítico, esto es, alguien que se echa para atrás y mira cómo los demás hacen cosas, y luego elucubra conceptos filosóficos sobre cómo están haciendo las cosas los hacedores. Es muy fácil ser crítico, pero ser un hacedor requiere esfuerzo, riesgos y cambios.

EL CRÍTICO

     Nuestra cultura está llena de críticos. Hasta pagamos para oírlos.
     Al observarte a ti mismo y a la gente que está a tu alrededor, toma nota del tiempo que se le dedica a la crítica en las relaciones sociales. ¿Por qué? Porque sencillamente es mucho más fácil hablar de cómo actúa otra persona que ser la que en realidad actúa. Toma nota de las actitudes de los verdaderos campeones, los que han mantenido un alto nivel de excelencia durante un largo período de tiempo. Los Henry Aarons, los Johnny Carson, los Bobby Fisher, las Katherine Hepburn, los Joe Louis y gente de ese tipo. Hacedores en el nivel más alto. Campeones en todo sentido. ¿Acaso se sientan tranquilamente a criticar a los demás? Los verdaderos hacedores de este mundo no tienen tiempo para criticar a los demás. Están demasiado ocupados haciendo cosas. Trabajan. Ayudan a los que no tienen tanto talento como ellos en vez de criticarlos.

     La crítica constructiva puede ser útil. Pero si has escogido el rol del observador en vez del hacedor, no estás creciendo. Más aún, podría ser que estés usando tus críticas para absolverte a ti mismo de la responsabilidad por tu ineficiencia proyectándola en los que realmente están haciendo un esfuerzo. Por otro lado bien puedes aprender a ignorar a los criticones, los que siempre encuentran faltas en los demás y a los críticos autoproclamados. Tu primera estrategia consistirá en reconocer estos comportamientos en ti mismo y en hacer la firme resolución de eliminarlos por completo para que puedas ser un hacedor en vez de un crítico postergador y dilatorio.


EL ABURRIMIENTO: UNA RESULTANTE DE LA POSTERGACIÓN

     La vida no es nunca aburrida pero alguna gente escoge aburrirse. El concepto del aburrimiento implica la incapacidad para usar el momento presente en actividades que te ayuden a realizarte. El aburrimiento es una opción, una elección; algo que tú mismo te impones y es uno de esos elementos autodestructivos que puedes eliminar de tu vida. Cuando postergas y vacilas malgastas tus momentos presentes en no hacer nada como alternativa a la posibilidad de hacer cualquier cosa. El no hacer nada conduce al aburrimiento.

La tendencia general es echarle la culpa al entorno por el aburrimiento. "Este pueblo es realmente aburrido" o "¡Qué orador tan aburrido!". El pueblo en particular y el orador no son nunca aburridos, eres tú el que experimenta el aburrimiento y puedes eliminarlo haciendo alguna otra cosa con tu mente en ese momento.

     Samuel Butler dijo: "El hombre que se deja aburrir es aún más despreciable que el aburrido",. Haciendo lo que quieres, ahora, o usando tu mente de forma creativa y nueva, ahora, te aseguras un futuro en el que nunca más escogerás para ti mismo el aburrimiento. Como siempre, la decisión está en tus manos.

ALGUNOS TÍPICOS COMPORTAMIENTOS POSTERGATORIOS

     He aquí algunas áreas donde la postergación como opción es mucho más fácil que la acción.

     - Seguir en un empleo en el que te sientes atrapado y sin posibilidad de desarrollarte y crecer.

     - Aferrarte a una relación que se ha echado a perder. Seguir casado (o sin estar casado) esperando que las cosas mejorarán.

     - Negarte a hacer algo positivo para solucionar dificultades de relación en lo sexual, la timidez o en fóbias. Esperar a que mejoren por sí solas en vez de hacer algo constructivo al respecto.

     - No luchar contra adicciones como el alcohol, las drogas, las píldoras o el cigarrillo. Decir "Lo dejaré cuando esté listo para ello", a sabiendas de que lo postergas porque dudas que lo puedas hacer.

     - Postergar trabajos ya sean pesados o livianos como la limpieza de la casa, o cualquier otra cosa: reparaciones, coser, cortar el césped, pintar algo; siempre que te importe que se hagan o no. Si esperas lo suficiente, quizá se harán solos.

     - Evitar un confrontamiento con alguna persona como puede ser una figura autoritaria, un amigo, un amante, un vendedor o un funcionario cualquiera. Si esperas, al final no tendrás que hacerlo, aunque el confrontamiento podría haber mejorado la relación o el servicio.

     - Tener miedo de cambiar situaciones geográficas. Te quedas en el mismo sitio toda la vida.

     - Postergar pasar un día o una hora con tus hijos, lo que te daría mucho gusto porque tienes mucho trabajo o estás ocupado en asuntos muy serios. Igualmente no salir una noche a cenar, o al teatro o algún evento deportivo con tus seres queridos usando tu "Estoy muy ocupado" para postergarlo eternamente.

     - Decidirte a empezar tu dieta mañana o la semana próxima. Es más fácil postergarlo que trabajar para perder los kilos, así que dices: "Ya lo haré mañana", y ese mañana, claro, nunca llegará.

     - Usar el cansancio o el sueño como excusa para postergar algo. ¿Te has dado cuenta de cómo te cansas cuando estás a punto de hacer algo incómodo o difícil? La fatiga, incluso leve, es un estupendo recurso postergador.

     -  Enfermarte cuando te enfrentas con un trabajo perturbador o molesto. ¿Cómo podrías hacerlo ahora cuando te sientes tan mal? Al igual que el cansancio del que hablamos en el párrafo anterior, la enfermedad o el malestar es una estupenda técnica postergatoria.

     - La estratagema de "Ahora no tengo tiempo para hacerlo" con la que te justificas para no hacer algo porque estás muy ocupado, aunque seguro que encuentras tiempo para hacer las cosas que realmente quieres hacer.

     - Vivir ilusionado por las vacaciones que te vas a tomar, un viaje soñado. El año próximo encontraremos el Nirvana.

     - Optar por la postura del crítico y usar tus críticas para camuflar tu propia negación a hacer cosas.

     - Negarte a acudir al médico cuando sospechas que algo no va bien. Al postergarlo no tienes que enfrentarte con la realidad de una posible enfermedad.

     - No atreverte a acercarte a alguien que quieres. Es lo que deseas pero prefieres postergarlo y esperar que las cosas se resuelvan solas.

     - Aburrirte en cualquier momento de tu vida. Es ésta una manera de postergar algo y de usar el evento aburrido como razón para no hacer algo más divertido y estimulante.

     - Tener el propósito y nunca llegar a ponerlo en acción de hacer ejercicio en forma regular: "Empezaré ahora mismo... la semana próxima".

     - Vivir completamente dedicada a tus hijos postergando tu propia felicidad. ¿Cómo nos vamos a dar el lujo de tomarnos una vacación cuando tenemos que pensar en la educación de los niños?

MOTIVOS PARA SEGUIR POSTERGANDO LAS COSAS

     La racionalización que sirve para postergar lo que tenemos o queremos hacer está compuesta de una parte de autoengaño o decepción y de dos partes de escapismo. Entre las retribuciones más importantes que nos brinda la política de aferrarnos a esta costumbre de postergar, se encuentran las siguientes:

     - Es evidente que la postergación te permite evadirte de las actividades desagradables. Puede haber cosas que te atemorizan o cosas que por un lado te gustaría hacer y por el otro no. Recuerda que nada es completamente blanco o negro.

     - Puedes sentirte cómodo con tu sistema de autoengaño. El mentirte a ti mismo te permite no reconocer que en este momento presente no eres un "hacedor".

     - Si continúas postergando cualquier situación puedes seguir exactamente como estás para siempre. Así eliminarás la posibilidad de cambios y todos los riesgos que los acompañan.

     - Al sentirte aburrido tienes alguien o algo a quien culpar por tu infelicidad; de ese modo, trasladas la responsabilidad desde tu propia persona a la actividad aburrida.

     - Al erigirte en crítico, puedes sentirte importante a expensas de los demás. Es una de las maneras de usar las actividades y actos de las demás personas como escalones para elevarte a ti mismo mentalmente. Otra forma de autoengaño.

     - Mientras esperas que las cosas mejoren, puedes culpar al mundo entero de tu infelicidad: las cosas no se te presentan nunca bien para ti.

Una gran estrategia para no hacer nada.
      Puedes evitar totalmente las posibilidades de fracaso evitando todas las actividades que implican algún riesgo. De esta manera nunca tendrás que enfrentarte con la desconfianza que tienes de ti mismo.

     - El soñar ilusionado con cosas que pueden pasar (fantasías de Santa Claus) te permiten retornar a una infancia segura y protegida.

     - Puedes atraerte la simpatía y compasión de los demás y sentir compasión de ti mismo, por el estado de ansiedad en que vives al no hacer lo que te hubiera gustado hacer.

     - Puedes justificar un rendimiento mediocre o inferior a lo aceptable en cualquier actividad que postergues durante un tiempo suficientemente largo, dejando luego un margen mínimo de tiempo para hacerlo. "Pero es que simplemente no tuve tiempo."

     - Al postergar algo puedes lograr que otra persona lo haga por ti. En consecuencia, la postergación se convierte en una manera de manipular a los demás.

     - La postergación de las cosas te permite engañarte a ti mismo hasta convencerte de que eres distinto de lo que eres en realidad.

     - Al no hacer algún trabajo puedes evitar el éxito. Si no triunfas, evitas tener que sentirte bien contigo mismo y tener que aceptar la posterior responsabilidad que acompaña al éxito.

     Ahora que tienes una idea sobre los motivos que te pueden haber llevado a postergar las cosas que no te conviene postergar, podrás empezar a hacer algo para eliminar estas zonas erróneas tan autodestructivas.

ALGUNAS TÉCNICAS PARA DESHACERSE DE ESTE COMPORTAMIENTO POSTERGADOR

     - Tomar la decisión de vivir de momento a momento, cinco minutos a la vez. En vez de pensar en trabajos que se harán "a la larga", piensa en el momento actual y trata de pasar un período de cinco minutos haciendo lo que quieres, rehusando postergar cualquier cosa que pueda brindarte una satisfacción.

     - Ponte a hacer algo que has estado postergando. Empieza a escribir una carta o un libro. Te darás cuenta de que muchas de tus postergaciones fueron innecesarias ya que lo más probable es que encuentres que el trabajo que estabas postergando en realidad es muy agradable de hacer y lo estás disfrutando. El empezar simplemente a hacer te ayudará a eliminar la ansiedad que te inspira el proyecto.

     - Pregúntate a ti mismo: "¿Qué es lo peor que me podría pasar si hiciera lo que estoy postergando ahora?". La contestación es por lo general tan insignificante que muy posiblemente te dará un espaldarazo que te incitará a la acción. Piensa en los motivos que tienes para tener miedo de hacer algo y con sólo eso dejarás de aferrarte a ellos.
      Date a ti mismo un tiempo específico (digamos los miércoles de 10 a 10.15 de la noche) que dedicarás exclusivamente a la tarea que has estado postergando.

Verás que los quince minutos de esfuerzo dedicados exclusivamente a algo a menudo son suficientes para hacerte pasar el bache de la postergación.

     - Piensa en ti mismo como en un ser demasiado importante y significativo como para seguir viviendo lleno de ansiedad por las cosas que tienes que hacer. De modo que la próxima vez que estés perturbado por la ansiedad de la postergación, recuerda que la gente que se ama a sí misma no se hiere de esa manera.
      Observa cuidadosamente tu realidad actual. Decide qué es lo que estás evitando en tus momentos actuales y empieza a enfrentarte con tu miedo a vivir eficientemente. El postergar la acción es sustituir el presente por la ansiedad respecto a algún acontecimiento que pueda suceder en el futuro.
Si el acontecimiento se convierte en presente, la ansiedad, por definición, tiene que desaparecer.

     - Deja de fumar... ¡ahora! Empieza tu dieta... ¡en este mismo momento!
Deja la bebida... ¡en este instante! Deja de leer este libro y haz inmediatamente uno de los ejercicios de la serie que proyectas dentro de tu programa de ejercicio. Así es como te tienes que enfrentar con tus problemas... actuando, ¡ahora mismo! ¡Hazlo! El único que te impide hacer cosas eres tú mismo y las opciones neuróticas que has elegido porque no crees que eres tan fuerte como lo eres en la realidad. Qué simple... ¡simplemente ponte a hacerlo!

     - Empieza a usar tu mente de forma creativa en lo que antes eran circunstancias aburridas. Si estás en una reunión aburrida, cambia el ritmo de la misma haciendo una pregunta pertinente, u ocupa tu mente en pensamientos estimulantes como escribir un poema, o memorizar veinticinco números de atrás para adelante, simplemente como entrenamiento de la memoria. Decide que nunca más te aburrirás.

     - Cuando alguien te empieza a criticar, haz esta pregunta: "¿Tú crees que ahora me hace falta un crítico?,". O cuando te descubres siendo tú mismo el crítico, pregúntale a la persona que está contigo si quiere oír tu crítica y si así es, por qué. Esto te ayudará a pasar de la columna de la crítica a la de la acción.
      Observa tu vida cuidadosamente. ¿Estás haciendo ahora lo que estarías haciendo si supieras que sólo tienes seis meses de vida? Si no es así, lo mejor que puedes hacer es empezar ahora mismo puesto que, relativamente, eso es todo lo que tienes. Dada la eternidad del tiempo, treinta años o seis meses dan lo mismo; no hay ninguna diferencia entre los dos espacios de tiempo. El espacio total de tu vida es sólo como un punto en el tiempo.
No tiene sentido postergar nada.

     - Ten el valor de emprender una actividad que hayas estado evitando hasta ahora. Un acto de valor puede eliminar todo ese temor. Deja de decirte a ti mismo que tienes que funcionar bien. Recuérdate que hacer es lo importante.

     - Decide que no estarás cansado hasta el momento antes de meterte en cama. No te permitas usar la fatiga o la enfermedad como un escape o para postergar hacer algo. Puede que descubras que cuando te saques de encima el motivo de la enfermedad o del cansancio (es decir, el evitar una tarea), los problemas físicos desaparecen como por arte de magia.

     - Elimina las palabras "esperanza", "deseo" y "quizá" de tu vocabulario. Ésos son los instrumentos que usas para postergar. Si descubres que estas palabras se están deslizando en tu vocabulario, cámbialas por nuevas frases. Por ejemplo, cambia:
     "Espero que se arreglarán las cosas" por "Haré que se arreglen".
     "Me gustaría tanto que las cosas fueran mejores, de otra manera" por "Voy a hacer lo siguiente para sentirme mejor".
     "Quizás eso resultará bien" por "Haré que resulte bien,".

     - Escribe un diario de tu comportamiento crítico y de tus quejas. Al anotar estas actitudes, conseguirás dos cosas. Verás en qué forma el comportamiento crítico aparece en tu vida (la frecuencia, los tipos de cosas, los sucesos y la gente que tienen relación contigo en ese sentido).
También dejarás de criticar porque te fastidiará mucho tener que anotarlo en tu diario.

     - Si estás postergando algo que también involucra a gente (un traslado, un problema sexual, un trabajo nuevo) reúnete con ellos y pídeles sus opiniones. Ten el valor de hablar de tus propios temores y constata si las postergaciones se deben a motivos que existen sólo en tu cabeza. Si consigues un confidente para que te ayude con tus postergaciones, realizarás un esfuerzo conjunto. Muy pronto habrás disipado gran parte de la ansiedad que acompaña a las postergaciones al compartirlas.

     - Haz un contrato con tus seres queridos por el cual te comprometes a entregarles las mercancías que tienes para ellos pero que has estado postergando. Haz que cada parte conserve una copia del contrato y decreta multas para las infracciones. Ya se trate de asistir a un partido de fútbol, de salir a cenar fuera, ir de vacaciones o al teatro, te darás cuenta de que esta estratagema no es sólo útil sino también muy gratificante para ti ya que te impulsará a participar en actividades que te pueden resultar placenteras.

     Si quieres que el mundo cambie, no te limites a lamentarte. Haz algo.
En vez de desperdiciar tus momentos presentes en todo tipo de ansiedades inmovilizantes respecto a lo que estás postergando, hazte cargo de esta odiosa zona errónea y vive ahora. Sé un hacedor, no una persona que únicamente desea, espera o critica.


10

PROCLAMA TU INDEPENDENCIA


En cualquier relación humana en la cual dos personas se conviertan en una, el resultado siempre será dos medias personas.

El abandonar el nido psicológico es una de las tareas más difíciles de la vida. La víbora de la dependencia se entromete de muchísimas maneras; y deshacerse de ella por completo es muy difícil ya que la cantidad de personas que se benefician de la mutua dependencia psicológica es muy grande. El ser psicológicamente independiente quiere decir estar totalmente libre de todas las relaciones obligatorias, e implica la ausencia del comportamiento dirigido hacia los demás. Quiere decir que eres libre de la obligación de hacer algo que de otra manera no elegirías hacer, de no existir esa relación. El asunto del abandono del nido es particularmente difícil porque nuestra sociedad nos enseña que debemos cumplir con lo que se espera de nosotros en ciertas relaciones, que incluyen a los padres, hijos, figuras de autoridad y los seres queridos.

     El abandono del nido significa convertirte en ti mismo, en tu propia persona, es decir en lo que en realidad eres, viviendo y escogiendo los comportamientos que tú elijas y deseas. No significa una ruptura en ningún sentido de la palabra. Si disfrutas de tu manera de interactuar con cualquier persona y ésta no interfiere con las metas que te has puesto en tu vida, pues entonces no vale la pena cambiarla sino más bien aferrarte a ella. El depender de alguien psicológicamente, por otro lado, quiere decir que esta relación no implica una elección, sino que es una relación por la cual te sientes obligado a ser algo que no quieres ser y que te ofende el sentirte forzado a comportarte de esa manera. Éste es el meollo de esta zona errónea y es similar a la de búsqueda de aprobación que tratamos en el capítulo III. Si lo que quieres es ese tipo de relación, entonces no es malsana. Pero si la necesitas o te sientes obligado a tenerla y luego te molesta y resiente, entonces quiere decir que estás en una zona autofrustrante. De ese modo, la obligación es lo que constituye un problema, más que la relación en sí. La obligación engendra culpa y dependencia, mientras que la libre elección inspira amor e independencia. No hay elección en una relación psicológicamente dependiente, consecuentemente este tipo de alianza provocará siempre indignación y rencores.

     La independencia psicológica implica no necesitar a los demás. No digo no desear tener relaciones con los demás; lo que digo es no necesitarlos. En el momento que sientes esa necesidad te vuelves vulnerable, eres un esclavo. Si te deja la persona que necesitas, o cambia de parecer, o se muere, caerás inmovilizado, te desmoronarás e incluso puedes morirte. Pero la sociedad nos enseña a ser dependientes de una cantidad de gente empezando por los padres; y podría ser que tú sigas aún con la boca abierta esperando a que caigan los gusanos de muchas de tus relaciones más significativas. Mientras pienses que tienes que hacer algo porque es lo que se espera de ti en cualquier relación, y el hacerlo te provoca resentimientos contra esa persona y el no hacerlo te carga de culpa, puedes estar seguro que tienes que ocuparte de esta zona errónea.

     Para eliminar la dependencia hay que empezar por la familia, por la forma en que tus padres te trataron cuando eras pequeño y en la que tratas tú a tus hijos ahora. ¿Cuántas formulaciones de dependencia llevas hoy día en tu cabeza? ¿Cuántas les impones a tus hijos?


LA TRAMPA DE LA DEPENDENCIA EN LA EDUCACI¦N DE LOS HIJOS Y EN LA FAMILIA

     Walt Disney hizo hace algunos años una película estupenda y la tituló La trampa del oso (Bear Trap). Narraba la vida de una madre oso y sus dos bebés durante los primeros meses de vida de los oseznos. Mamá osa les enseñó a sus cachorros a cazar, a pescar y a subirse a los árboles. Les enseñó a protegerse cuando se encontraban ante un peligro. Entonces, un buen día, siguiendo sus propios instintos, Mamá osa decidió que había llegado la hora de irse. Los obligó a encaramarse a un árbol, y sin siquiera echar una mirada para atrás, se fue. ¡Para siempre! Dentro de su mente de osa había pensado que ya había cumplido con sus responsabilidades maternales. No trató de manipularlos para que la visitaran alternativamente un domingo sí y otro no. No los acusó diciéndoles que eran desagradecidos, ni los amenazó con tener un colapso nervioso si la desilusionaban en lo que ella esperaba de ellos. Simplemente los dejó. En el reino animal, ser padres significa enseñarles a los hijos a valerse por sí mismos para que puedan ser independientes, y luego, dejarlos. En nuestro caso, en el caso de los seres humanos, el instinto sigue siendo el mismo, esto es, el ser independientes, pero nos domina la necesidad neurótica de poseer y de vivir
nuestra vida a través de nuestros hijos y el propósito de educar a un niño para que sea independiente se confunde con la idea de educar a un niño para aferrarse a él.

     ¿Qué es lo que pretendes de tus hijos? Te gustaría que tuvieran muy buena opinión de sí mismos, y también mucha confianza en sí mismos, que no fueran neuróticos, se realizaran y fueran felices? Por supuesto que sí. Pero qué puedes hacer para ayudarles a que sean así ? Sólo siendo así tú mismo. Los niños aprenden sus comportamientos de los modelos que tienen ante sí. Si tú estás lleno de culpa y no te sientes realizado, y les dices que sean lo contrario, les estás vendiendo un producto fallado. Si el modelo que les presentas es bajo en autoestima, les estás enseñando a tus hijos a adoptar para sí mismos la misma actitud. Y lo que tiene aún más importancia y significación, si haces que ellos sean más importantes que tú mismo, no los ayudas, simplemente les estás enseñando a poner a los demás delante de ellos mismos y quedarse en el asiento de atrás insatisfechos y sin lograr realizarse. Qué ironía! No puedes darles confianza en sí mismos a tus hijos; tienen que adquirirla viéndote a ti vivir de esa manera. Sólo al tratarte a ti mismo como la persona más importante y no sacrificándote a ti mismo por tus hijos, les enseñarás a tener confianza y también a tener fe en sí mismos. Si tú eres de los que se sacrifican, les presentas un modelo de comportamiento sacrificado. Y qué quiere decir un comportamiento sacrificado? Poner a los demás por delante de ti mismo, no quererte a ti mismo o no gustarte, buscar continuamente aprobación y otros comportamientos erróneos por el estilo. El hacer cosas para los demás es algo admirable a veces, pero si se hace a expensas de uno mismo, simplemente enseñarás a los demás a comportarse de una manera que sólo puede engendrar resentimientos. Desde muy pequeños los niños quieren hacer cosas por sí solos. "¡Deja, mamá, que yo puedo hacerlo solito!" "Mírame, papá, no necesito ayuda.," "Yo como solo." Una tras otra llegan las señales. Y aunque hay mucha dependencia en los primeros años, existe también desde el primer día un impulso hacia la autonomía.
     A los cuatro años, la pequeña Roxana siempre acude a su padre o madre cuando se hace daño o tiene necesidad de un apoyo emocional de cualquier clase que sea. Ella, cuando tiene ocho o diez años, se desahoga con ellos. Y aunque quiere que la consideren como a una niña grande ("Ya sé ponerme el abrigo, ¡déjame!"), quiere también el apoyo de unos padres cariñosos y responsables. ("Mira, mamá, me raspé la rodilla y me está sangrando.") Está desarrollando el concepto de sí misma a través de la visión que de ella tienen sus padres y la gente importante de su vida. De pronto Roxana tiene catorce años. Llega a casa llorando porque ha peleado con su "novio" y corre a encerrarse en su dormitorio pegando un portazo. Mamá sube tras ella y con su modo afectuoso de siempre le pide que le cuente todo. Pero ahora Roxana le contesta en forma terminante: "No quiero hablar de esto; déjame en paz". Mamá en vez de comprender que esta pequeña escena es una prueba de que ella ha sido una buena madre y que la pequeña Roxana, que siempre le ha contado todos sus problemas, ahora está enfrentándose con sus problemas por su cuenta (independencia emocional), se desconcierta. No está lista para abandonar el terreno, para dejar que Roxana se las arregle a su manera, independientemente. Sigue viendo a Roxana como al polluelo recién nacido que era hace aún tan poco tiempo. Pero si mamá insiste y obliga a su hija, se expone a recibir una fuerte dosis de resentimiento de parte de Roxana.

     El deseo de la niña de abandonar el nido es muy grande, pero cuando la posesión y el sacrificio han sido los lubricantes que hacían marchar la máquina familiar, el acto natural del hombre de irse por su cuenta se convierte en una crisis. El abandono del nido en una atmósfera psicológicamente sana no implica ni crisis ni disturbios o problemas: es la consecuencia natural de una vida eficiente y positiva. Pero cuando la culpa y el miedo a desilusionar a los padres marcan el hecho de abandonar el nido, estos sentimientos siguen influyendo en la gente durante toda la vida, hasta tal punto que a veces la relación matrimonial se convierte en una relación filial, más que en una relación en la que dos individuos comparten una vida en condiciones iguales.

     ¿ Cuáles son pues tus metas como padre o en la elaboración de una buena relación con tus propios padres? La familia es ciertamente una unidad importante en el proceso del desarrollo, pero no debe ser una unidad permanente. No debería ser nunca un vehículo para la culpabilidad y la neurosis cuando uno de sus miembros hace un movimiento en dirección de la independencia emocional. Algunos padres han llegado a decir, puede que los hayas oído: "Tengo derecho de hacer que mi hijo sea lo que yo escoja para él". Pero ¿cuál es la retribución que ofrece una actitud tan dominante?
Odio, resentimiento, furia y culpa frustrante cuando el niño crece. Si observas las relaciones eficientes y positivas que existen entre algunos padres e hijos que no están ligadas por requerimientos y obligaciones, verás que se trata de padres que tratan a sus hijos como amigos. Si un niño desparrama la salsa sobre el mantel, no le larga la clásica "¿Por qué no te fijas en lo que haces? Eres tan torpe". En cambio observarás que lo tratan como lo harían con un amigo en el caso que éste derramara algo.
"¿Puedo ayudarte?" Nada de ofenderlo porque te pertenece, más bien respetarlo por su propia dignidad de niño. Descubrirás también que los padres eficientes estimulan más los instintos de independencia que de dependencia y no hacen escenas por la expresión de deseos tan normales como los de ser autónomos.


DIFERENCIAS ENTRE FAMILIAS DIRIGIDAS A LA INDEPENDENCIA Y LAS DIRIGIDAS A LA DEPENDENCIA

     En las familias dirigidas a la independencia, los impulsos dirigidos hacia la autonomía y el ser uno mismo son considerados normales y no un desafío a la autoridad de uno de sus miembros. No se hace hincapié en la necesidad de los demás ni en el aferrarse a ellos. Igualmente, tampoco se exige la eterna lealtad del niño a su familia simplemente por pertenecer a ella. De esta actitud resultan las familias que les gusta reunirse en vez de sentir la obligación de hacerlo. Existe también un respeto por la intimidad de los demás más que una exigencia de compartirlo todo. En familias como ésta, la esposa tiene una vida propia aparte de la de esposa y madre. Es así un modelo positivo para sus hijos en vez de vivir su vida para ellos y a través de ellos. Los padres sienten que su propia vida es de una importancia capital porque sin ella no puede haber armonía familiar. Así los padres se ausentan ocasionalmente sin sentirse obligados a estar siempre para sus hijos. La madre no es una esclava porque no quiere que sus propios hijos (especialmente las niñas) se conviertan en esclavos. No siente que ella tiene que estar allí todo el tiempo para atender a todas las necesidades de sus niños. Ella piensa que puede apreciar a sus hijos y viceversa tanto o más cuando ella se está realizando y contribuyendo a la vida de su familia, de su comunidad y de su cultura en un pie de igualdad con el hombre en este mundo.

     En este tipo de familia no existen manipulaciones sutiles por medio de la culpa o amenazas para mantener a los hijos dependientes y bajo la responsabilidad de los padres. Cuando los hijos crecen, los padres no quieren que los visiten por obligación. Además, los padres están demasiado ocupados en sus propias cosas para pasarse la vida esperando que sus hijos o nietos aparezcan para darles una razón de vivir. Los padres como éstos no creen que deben ahorrarles a sus hijos los sinsabores y dificultades que pasaron ellos, porque reconocen que el hecho mismo de trabajar para sobreponerse a las dificultades fue lo que les dio confianza en sí mismos y la estima correspondiente. Ellos no desean privar a sus hijos de experiencias tan importantes.

     Estos padres se dan cuenta de que el deseo de sus hijos de luchar por sí mismos con la ayuda y no bajo el dominio de padres, es algo sano que no hay que negarles. El Demian de Hesse habla de la variedad de caminos hacia la independencia:

     Tarde o temprano todos, cada uno de nosotros, tiene que dar el paso que lo separará de su padre, de sus mentores: tenemos que pasar todos por experiencias crueles, solitarias... Yo no había abandonado a mis padres y a su mundo, el mundo "luminoso" con una lucha violenta, sino que gradualmente, casi imperceptiblemente, me había alejado de ellos. Me apenaba que tuviera que ser así, y por eso muchas de las horas pasadas en casa de mis padres cuando iba a visitarles fueron desagradables.

     Tú puedes hacer que todas tus visitas a la casa de tus padres sean experiencias afectuosas si te aferras con fuerza a tu propia lucha por independizarte de ellos. Y si tú presentas ante tus hijos un modelo de autoorgullo y de autovaloración positiva, ellos a su vez abandonarán el nido sin causar tensiones ni problemas a nadie.

     En La esposa de su hijo (Her Son's TJife) Dorothy Canfield Fisher lo resume estupendamente:

     La madre no es una persona que sirve de apoyo, sino una persona que hace innecesario el apoyo.

     Que así sea. De ti depende el hacer que el abandono del nido sea un hecho natural y normal, o un suceso cargado de traumas que marcarán al hijo y a la relación con él para siempre. Pero tú también fuiste niño un día, y si entonces aprendiste bien la rutina de la dependencia, quizás al casarte fuiste de los que sustituyeron una relación dependiente por otra.

LA DEPENDENCIA PSICOLÓGICA Y LA CRISIS MATRIMONIAL

     Puede que hayas solucionado el problema de tu dependencia con tus padres y quizá tienes bien controlada la relación con tus hijos. Tal vez reconozcas la necesidad de independencia de tus hijos y la estimules. Pero también puede ser que aún tengas un problema de dependencia en tu vida. Si eres una de esas personas que dejó una relación dependiente con sus propios padres para entrar en otra cuando se casó, entonces es evidente que tienes una zona errónea que necesita cura.

     Louis Anspacher escribió sobre el matrimonio en América:

     El matrimonio es aquella relación entre un hombre y una mujer en la que la independencia es equivalente, la dependencia mutua y la obligación es recíproca.

     Ahí están las dos palabras feas, dependencia y obligación, que son las responsables del estado actual del matrimonio y de la tasa de divorcios en nuestro país. El hecho muy simple es que a la mayor parte de la gente no le gusta el matrimonio, y a pesar de que lo aguantan, sus víctimas psicológicas siguen proliferando.

     Una relación que se basa en el amor, como ya dijimos antes, es una relación en la que cada uno de sus miembros le permite al otro ser lo que él quiere, sin expectativas especiales y sin exigencias. Es una asociación simple entre dos personas que se quieren tanto que ninguno de los dos querría que el otro fuese algo que no haya escogido por sí mismo. Es una unión que se basa en la independencia, más que en la dependencia. Pero este tipo de relación es tan rara en nuestra cultura que es casi mitológica.

Imagínate una unión con el ser que amas en la que cada uno de vosotros dos puede ser lo que quiera. Ahora piensa en lo que son realmente la mayoría de las relaciones que tú conoces. ¿Cómo se introduce solapadamente esa temible dependencia y lo fastidia todo?

UN MATRIMONIO TÍPICO

     La trenza que se hila en la mayoría de los matrimonios es la del dominio y la sumisión. Y aunque los roles pueden variar con regularidad, diferentes para distintas situaciones conyugales, esa trenza estará siempre presente. Uno de los socios domina al otro como condición de la alianza. Un caso típico de un matrimonio típico y sus crisis psicológicas se desarrollará más o menos como los de la pareja de la historia que relatamos a continuación.

     Cuando se casaron el marido tenía veintitrés años y su esposa veinte.
Él tiene una educación algo superior a la de ella, y se ha asegurado una posición en el campo del prestigio económico, mientras que la mujer trabaja
como secretaria, dependienta, o quizás en una profesión de las consideradas "femeninas" tales como enfermera o maestra. El trabajo de la mujer es un relleno hasta que ella pueda convertirse en esposa y madre. Al cabo de cuatro años de matrimonio, ya hay dos o tres niños y la mujer sirve como esposa y madre en el hogar. Su rol consiste en cuidar y ocuparse de la casa, de los niños y de su marido. Desde el punto de vista del trabajo, su posición es la de una empleada doméstica, y psicológicamente está en una posición de sometimiento. Se le da mucha mayor importancia y significación al trabajo del hombre, en gran parte porque él es quien trae el dinero para mantener a la familia. Sus éxitos se convierten en éxitos de ella; y las relaciones sociales de él en las amistades de ambos. Se le otorga una posición más importante dentro del hogar y a menudo la misión de la mujer es hacerle la vida lo más cómoda posible. La mujer se pasa la mayor parte del día interactuando con niños o habla con las mujeres del vecindario que se encuentran atrapadas en la misma trampa psicológica. Cuando su marido pasa por una crisis en su trabajo, ésta se convierte en su propia crisis,
y por lo general, como cualquier observador objetivo puede ver, existe en este tipo de relación un miembro que domina y otro que está sometido. La mujer ha aceptado y quizás incluso buscado este tipo de relación porque no ha conocido otra cosa. Su matrimonio ha imitado el modelo de matrimonio de sus padres y de otros que vio durante su desarrollo. Y muy a menudo, la dependencia para con su marido simplemente ha reemplazado la dependencia que tenía con sus padres. Paralelamente el hombre ha buscado una mujer suave, tierna y que pueda reforzar el hecho de qué él es el gana pan y el que lleva las de ganar en todas las interacciones. Así ambos lograron lo que estaban buscando; lo que habían visto toda su vida en el sentido de cómo debe funcionar una pareja.

     Al cabo de varios años de matrimonio, quizás entre los cuatro y siete años, empieza a surgir una crisis. El socio sometido, la mujer, empieza a sentirse atrapada, sin importancia e insatisfecha porque no contribuye de una manera significativa a la vida familiar. El hombre impulsa a su mujer a que sea más ella misma, que sea más afirmativa (asertiva), a que se haga cargo de su propia vida y deje de sentir compasión por sí misma. Estos son los primeros mensajes que contradicen lo que él quería cuando se casó. "Si quieres trabajar, ¿por qué no te buscas un empleo?" o "¿Por qué no sigues estudiando?". Él la impulsa a que busque nuevas salidas, estímulos, que deje de ser infantil. En resumen, que sea algo muy distinto a lo que era cuando se casaron, cuando él quería una mujer sumisa y doméstica. Hasta ahora la mujer ha sentido siempre que ella era la culpable de cualquier problema o tristeza de su marido. "¿En qué me equivoqué?" Si él se siente infeliz o frustrado, ella cree que es porque ella no vale, o que ya no debe ser tan atractiva como antes. La mujer, el socio sometido de esta unión, recurre a su propio estilo mental de sometimiento y evalúa todos los problemas masculinos como si éstos estuvieran colocados en su propio ser.

     En esta etapa matrimonial, el hombre está generalmente muy ocupado con los ascensos en su trabajo, sus contactos sociales y sus objetivos profesionales. Está en un camino ascendente y no puede tolerar una mujer quejumbrosa. Debido a las múltiples oportunidades que le brinda su trabajo de alternar con gente diferente (algo que le está vedado a su sumisa compañera), él está cambiando. Se ha puesto aún más asertivo y agresivo, exigente e intolerante respecto a las debilidades de los demás, incluyendo las de su propia familia. Éste es también el momento en que el marido suele buscar desahogos sexuales fuera del matrimonio. Tiene múltiples oportunidades de conocer gente y busca la compañía de mujeres más estimulantes y atractivas. A veces la mujer, el socio sometido, empieza también a experimentar por su lado. Puede que acepte un trabajo voluntario o se inscriba en algún curso, recurra a sesiones de terapia, tenga un amorío por su lado. Y su marido apoya la mayoría de estas cosas.

     Quizá la mujer, el socio sometido, empiece a adquirir nuevas percepciones, nuevos puntos de vista respecto a su comportamiento. Ve su subordinación como una postura elegida por ella durante toda su vida no sólo durante su matrimonio. Su comportamiento de búsqueda de aprobación ha sido ahora puesto en duda y ella empieza a encaminarse hacia una mayor responsabilidad personal eliminando la dependencia en su propio mundo, e incluyendo la de sus padres, la de su marido e incluso la de sus hijos. Ella empieza a adquirir confianza en sí misma. Tal vez busque un empleo y haga nuevas amistades. Empieza a enfrentarse con su marido hasta ahora tan dominante y deja de aguantar todos los abusos de que ha sido objeto desde que se casó. Exige igualdad; ya no le es suficiente esperar que se la concedan. La experimenta por su cuenta sencillamente. Insiste en compartir las tareas domésticas, incluso el cuidado de los niños.

     Esta nueva independencia, este traslado del pensamiento externo hacia el interno de parte de la mujer, no es aceptado con facilidad por el hombre. Se siente amenazado. Siente que una esposa levantisca es precisamente lo que no le hace falta, a pesar de que él mismo la alentó a salir por su cuenta y a pensar por sí misma. No pensó que crearía un monstruo, y mucho menos un monstruo que llegaría a desafiar su propia supremacía tan bien establecida. Puede que reaccione con una fuerte dosis de dominación, actitud que lograba siempre en el pasado poner en su sitio a su sumisa compañera. Alega que es un absurdo que ella trabaje ya que la mayor parte de su sueldo se va en pagar a otra gente para que cuide a los niños. Le señala que su creencia de que no existe igualdad entre ellos es ilógica. En realidad, ella es la mimada, la que se lleva la mejor parte. "Tú no tienes que trabajar, a ti te lo dan todo hecho, tú no tienes más que hacer que ocuparte de una casa y de ser una madre para tus hijos." O intenta la culpabilidad: "Los niños sufrirán." "Yo no puedo aguantar una vejación de este tipo." Quizá llegue a amenazarla con el divorcio e incluso el suicidio. A menudo esto le da buen resultado. La esposa se dice a sí misma:
"Uf, casi echo todo a perder". Y vuelve a su rol sumiso. Las fuertes dosis de dominación le sirvieron para recordarle cuál era su lugar. Pero si ella rehúsa volver atrás, puede que la estabilidad del matrimonio peligre. En todo caso el hecho es que la crisis existe. Si la mujer persiste en cambiar su sumisión por una actitud de confianza en sí misma, el marido, que necesita dominar a alguien, puede dejarla por una esposa más joven que lo mirará llena de admiración. De este modo, él obtendrá otra dependiente que además es un bonito adorno. Por otro lado podría ser que el matrimonio sobreviva a la crisis y se lleve a cabo un cambio interesante. El hilo de la dominación y la sumisión se entremete aún por la trama de la vida conyugal. Ahora el marido asume a menudo el rol sumiso ante él miedo de perder algo que quiere y que le importa mucho o por lo menos algo con lo que cuenta seguro. Se queda más en casa, está más con los niños (por sentimiento de culpa por haberlos abandonado tanto antes), puede que diga cosas como por ejemplo: "Tú ya no me necesitas", o "Tú estás cambiando, tú no eres la chica con quien yo me casé, y no sé si me gusta esta nueva chica que ahora eres tú,". Ahora es más sumiso. Puede que empiece a beber mucho o a compadecerse a sí mismo por la necesidad de manipular a su esposa o de recuperar su superioridad. La esposa tiene ahora su carrera o está en camino de ello: tiene su propio círculo de amigos y está desarrollando intereses propios fuera del ámbito del hogar. Quizás incluso tenga un amante como un gesto afirmativo de represalia, pero al menos se siente bien porque recibe halagos y alabanzas por sus logros. Sin embargo el hilo sigue allí y la crisis sigue amenazante. Mientras uno de los cónyuges tenga que ser más importante que el otro o el miedo al divorcio sea lo que los mantiene unidos, la dependencia seguirá siendo la piedra angular de la alianza. El socio dominante, sea el hombre o la mujer, no se siente satisfecho teniendo un esclavo por cónyuge. Puede que el matrimonio siga existiendo en un sentido legal, pero el amor y la comunicación entre los esposos han sido destruidos. Aquí el divorcio es muy común, y si no, dos personas empiezan a ir cada una por su lado dentro del matrimonio: no tienen relaciones sexuales, duermen en habitaciones separadas, la norma de la comunicación es la de degradarse mutuamente en vez de comprenderse.

     Hay también otro final posible si ambos socios deciden revalorizarse a sí mismos y a su relación. Si ambos trabajan para librarse de sus zonas erróneas y para amarse de verdad, esto es dejando que el otro socio o cónyuge escoja su propia manera de realizarse, entonces el matrimonio puede florecer y seguir creciendo y desarrollándose positivamente. Con dos personas que tienen fe en sí mismas, que se quieren el uno al otro lo suficiente como para alentar una independencia en vez de dependencia, pero a la vez compartiendo la felicidad con el ser amado, entonces el matrimonio puede llegar a ser una posibilidad muy estimulante y agradable. Pero, cuando dos personas tratan de fundirse hasta convertirse en una sola, o una de ellas trata de dominar a la otra de cualquier forma que sea, esa llamita que existe dentro de todos nosotros lucha por una de las necesidades más grandes e importantes del ser humano: la independencia.

     La longevidad no es un indicativo del éxito de un matrimonio. Mucha gente sigue casada por miedo a lo desconocido, por inercia o simplemente porque eso es lo que hay que hacer. Un buen matrimonio, un matrimonio en el que ambos compañeros sienten verdadero amor, se produce cuando cada uno está dispuesto a dejar que el otro escoja por sí mismo en vez de tratar de dominar. No existe ese forcejeo constante que implica el pensar y hablar por la otra persona y exigir que haga lo que se supone que tiene que hacer o debería hacer. La dependencia es la serpiente en el paraíso de un matrimonio feliz. Crea patrones de dominio y sumisión y finalmente destruye las buenas relaciones. Se puede eliminar esta zona errónea, pero no será nunca una batalla fácil ya que están en juego el poder y el control, y son pocos los que los abandonan sin luchar por ellos. Y lo que es más importante aún, es que no se debe confundir nunca la dependencia con el amor. Parece irónico, pero no lo es; el hecho de que el poner distancias entre los cónyuges consolide los matrimonios.

LA GENTE TE TRATA TAL COMO TÚ LE ENSEÑAS QUE TE TRATEN

     La dependencia no es algo que simplemente sucede por el contacto con gente dominante. Como todos los comportamientos de las zonas erróneas, es una elección. Tú le enseñas a la gente a que te domine y a tratarte de la manera que siempre te ha tratado. Hay muchas formas de mantener el proceso de dominación y se repiten sólo si dan resultado. Dan resultado si te mantienen en línea y en una posición dependiente dentro de la relación. He aquí algunas de las estrategias más comunes que sirven para conservar los hilos del control y de la dominación dentro de la vida conyugal.

     - Chillar, gritar o levantar la voz en cualquier sentido. Esto te mantendrá en tu lugar si eres una persona suave y quieres que las cosas sean blandas y fáciles.

- Comportamientos amenazantes como: "Me iré, pediré el divorcio".

     - Provocar sentimientos de culpa. "No tienes derecho a..." "No comprendo cómo puedes haber hecho algo así." Si eres proclive a la culpa, con este tipo de frases será fácil mantenerte sometido.

     - Hacer uso de la ira y de comportamientos explosivos como arrojar objetos, usar palabras fuertes, golpear cosas.

     - El truco de la enfermedad física. Tener dolores de cabeza, un ataque al corazón, dolor de espalda o lo que sea, cada vez que uno de los cónyuges no actúa de la manera que quiere el otro. Será fácil manipularte así si le has enseñado a tu compañero o cónyuge que te portarás bien cuando él se enferma.

    - El tratamiento silencioso. El no hablar y encerrarse deliberadamente son dos de las estrategias más eficientes que puede usar uno de los socios para maniobrar la conducta del otro.

     - La rutina de las lágrimas. Lloras para conseguir que la otra persona se sienta culpable.

  - La escena del abandono. El levantarse y partir es una buena manera de manipular al compañero para que asuma o abandone cierto tipo de comportamiento.

      El recurso de "Tú no me quieres, o "Tú no me comprendes" para conseguir que se haga tu voluntad y mantener la dependencia dentro de la relación.

      La treta del suicidio. "Si tú no haces lo que yo quiero, me mato," o "Si me dejas, yo terminaré con todo".

     Todas las estrategias mencionadas más arriba son los métodos que sirven para mantener a la otra persona dentro del rol deseado en el matrimonio. Si uno de los cónyuges rehúsa dejarse manipular por ellas, el otro dejará de usarlas. Sólo cuando uno de los cónyuges reacciona de acuerdo a este tipo de tretas el otro se acostumbra a usarlas. Si respondes con las actitudes sumisas esperadas, le enseñas al otro lo que tolerarás.

     Si te maltratan es porque has estado emitiendo señales de: por favor maltrátame. Tú puedes aprender a enseñarle a los otros a tratarte de la manera que te gusta que te traten, como hubieras querido que te hubieran tratado hasta ahora. Pero puedes lograr el cambio ya sea en el trabajo, en la familia, en un restaurante, en el autobús, en cualquier lugar en que te traten con desconsideración. En vez de decir: "¿ Por qué no me tratas mejor?", empieza a decir: "¿ Qué es lo que estoy haciendo para que los demás me traten de esta manera?". Pon el enfoque en ti mismo y empieza a cambiar esas reacciones.


ALGUNOS DE LOS COMPORTAMIENTOS DE DEPENDENCIA MAS COMUNES Y ALGUNOS COMPORTAMIENTOS QUE ALIENTAN LA DEPENDENCIA

     - Sentirse incapaz de abandonar el nido o abandonarlo con sentimientos de culpabilidad por los dos lados.

     - Sentirse obligado a visitar a alguien, a telefonear, invitar, a hacer de chófer y cosas por el estilo.

     - Pedirle permiso al cónyuge para cualquier cosa, incluso para gastar dinero, para hablar o para usar el coche.

     - Indiscreciones que son como invasiones a la intimidad de los demás, como por ejemplo revisar los cajones de los niños o sus cartas o cuadernos secretos.

     - Frases como: "Yo no podría decirle lo que siento a él no le gustaría".

     - Quedarse inmovilizado o tener una depresión después de la muerte de un ser amado.

     - Sentirte atado a algún trabajo especial y no atreverte a trabajar por tu cuenta.

     - Tener ideas preconcebidas respecto de lo que debe ser el comportamiento de un padre, esposo o hijo.

     - Sentirse incómodo por la conducta de un cónyuge, o un padre o un hijo, como si lo que ellos son fuese parte de lo que tú eres.

     - Pasarte la vida entrenándote, es decir preparándote para algún trabajo o un puesto. Sin dejar jamás la fase de entrenamiento por una de confianza en ti mismo.

     - Molestarse, sentirse dolido, por lo que los otros digan, piensen o hagan.

     - Poderte sentir feliz o realizado sólo si tu compañero se siente de la misma manera.

     - Dejar que los demás te den órdenes.

     - Dejar que otros tomen decisiones por ti o pedir siempre consejo antes de tomar una decisión.

     - "Estás en deuda conmigo, mira lo que hice yo por ti." Las obligaciones que van con la dependencia.

     - No hacer algo delante de los padres o de la persona dominante porque no estarían de acuerdo o porque no les gustaría. No fumar, o beber, o decir malas palabras, o comer un helado de chocolate, o lo que sea, por cumplir con tu rol de sometimiento y sumisión.

     - Abandonarte completamente, sin importarte tu vida, cuando algún ser amado muere o se enferma gravemente.

     - Tener cuidado con el lenguaje que se usa ante una persona dominante, para no molestarla.

     - Mentir constantemente respecto a tu propio comportamiento, y tener que tergiversar la verdad para no perturbarlos a "ellos".


LA COMPENSACIÓN PSICOLÓGICA DE LA DEPENDENCIA

     Los motivos para aferrarse a este comportamiento frustrante y entorpecedor no son demasiado complicados. Quizá sepas cuáles son las retribuciones de la dependencia, pero sabes lo destructivas que son? La dependencia puede parecer algo muy inocuo e inocente, pero en realidad es el principal enemigo de la felicidad, de la plenitud y de la posibilidad de realizarse. He aquí algunos de los dividendos más comunes que te impulsan a mantenerte dentro de este estado de dependencia:

     - La dependencia puede mantenerte bajo la custodia protectora de otra gente y ofrecerte los beneficios que reciben los niños pequeños porque no son responsables de su propio comportamiento.

     - Al seguir siendo dependiente, puedes culpar a los demás de tus propias deficiencias.

     - Al depender de los demás, no tienes necesidad de emprender la difícil tarea ni el riesgo de cambiar. Puedes sentirte seguro fiándote de quienes son responsables de ti.

     - Puedes sentirte bien porque satisfaces a los demás. Aprendiste que la manera de ser bueno es satisfaciendo a mamá y ahora hay numerosas mamás simbólicas que te manipulan.

     - Puedes evitar la culpa que escoges cuando te comportas de manera afirmativa. Resulta más fácil portarte bien que aprender a eliminar la culpa.

     - No habrá necesidad de que tomes decisiones ni hagas elecciones por ti mismo. Sigues el modelo que te presenta tu padre o madre, tu cónyuge o el individuo de ; quien dependes. Mientras pienses lo que ellos piensan y sientas lo que ellos sientan, no habrá necesidad de determinar lo que tú sientes o piensas.

     - Resumiendo, luego de agotar elucubraciones, simplemente es mucho más fácil ser uno de los que siguen que ser un líder. Puedes hacer lo que te digan y evitarte  problemas aunque no te guste ser de los que siguen.

Siempre será más sencillo que correr todos los riesgos que implica el ser tu propia persona. La dependencia es desagradable porque te convierte en algo menos que una persona completa que funciona independientemente. Pero es más fácil; de eso puedes estar seguro.


UN PROGRAMA PARA LIBERARTE DE LA DEPENDENCIA

     - Escribe tu propia Declaración de Independencia en la que anuncies claramente ante ti mismo y para ti mismo que quieres funcionar en todas las relaciones humanas eliminando por completo las manipulaciones externas. "Yo, esta persona, para lograr una unión más perfecta, etc.,"

     - Habla con todas las personas de quienes te sientes dependiente psicológicamente. Declara tus propósitos de funcionar independientemente. Explica lo que sientes cuando haces cosas por obligación. Ésta es una estupenda estrategia para comenzar este proceso, pues la otra persona puede que ni siquiera se dé cuenta ni que sienta que eres dependiente.

     - Ponte metas de cinco minutos de duración para tratar con la gente dominante de tu vida. Prueba una frase corta: "No, yo no quiero hacerlo" y observa cómo reacciona la otra persona.

     - Organiza una sesión de planificación con tu socio dominante en un momento en que no te sientas amenazado. Durante esta sesión, explícale que a veces te sientes manipulado y sometido y que te gustaría tener una señal convenida entre los dos para hacérselo notar cuando suceda y tú no quieras hablar de ello. Por ejemplo un tironcito de oreja o ponerte el dedo en la boca para anunciarle que te estás sintiendo sometido en ese preciso instante.

     - Cuando te sientas empujado a hacer cosas, manipulado psicológicamente, díselo a la otra persona y actúa de la manera en que te gustaría comportarte.

     - Recuérdate a ti mismo que los padres, cónyuges, amigos, jefes y otros, a menudo desaprobarán tu comportamiento y que eso nada tiene que ver con lo que eres o quien eres. Es sabido que en cualquier tipo de relación habrá siempre desacuerdos. Si los esperas, no te desesperarás cuando sucedan. De esta manera podrás romper con muchas de las relaciones de dependencia que te esclavizan emocionalmente.

     - Incluso aunque trates deliberadamente de evitar a la gente dominante (padre o madre, cónyuge, jefe, hijos), seguirás estando controlado por ellos durante su ausencia si te sientes inmovilizado emocionalmente por su culpa.

     - Si te sientes obligado a visitar ciertas personas, pregúntate si quisieras que otras te visiten simplemente porque se sientan obligadas a ello. Si no es así, otorga un trato correspondiente a quienes estás tratando de esta manera y háblalo con ellos. Esto es, revierte la lógica del comportamiento y verifica la falta de dignidad que existe en una relación obligada de este tipo.

     - Toma la decisión de salirte de tu rol de dependencia haciendo un trabajo voluntario, leyendo, tomando a alguien para que se ocupe de los niños (aunque cueste demasiado dinero y pienses que no te lo puedes permitir), aceptando un empleo que no pague demasiado bien. ¿Por qué? Simplemente porque la remuneración que significa el aumento del aprecio y valoración de ti misma bien vale la pena, cueste lo que cueste en dinero o en tiempo.

     - Insiste en tu independencia económica sin ataduras y sin tener que darle cuenta a nadie. Si tienes que pedir el dinero que quieres o necesitas, eres un esclavo. Si eso no es posible, arréglatelas para ganar tu propio dinero de la manera más creativa que puedas.

     - ¡Déjalos estar! ;Déjate estar tú! ¡Deja de dar órdenes! ¡Deja de
recibir órdenes!

     - Reconoce tu deseo de intimidad, de no tener que compartir todo lo que sientes y experimentas con alguien. Tú eres único y privado. Si sientes que tienes que compartir todo, no tienes elección y eres en consecuencia una persona dependiente.

     - Deja que la habitación del niño sea realmente la suya. Dale un espacio que él pueda controlar y siempre que no sea perjudicial, deja que él decida cómo la va a organizar. Una cama hecha no es más sólida psicológicamente que una sin hacer, aunque te hayan enseñado lo contrario.

     - En las fiestas haz grupo aparte de tu marido o mujer. No sientas que tienes que estar con esa persona todo el tiempo. Separáos y luego unid vuestras fuerzas cuando todo haya acabado. Así duplicaréis vuestras experiencias.

     -  Si tú tienes ganas de ir al cine y tu compañero quiere jugar al tenis, hacedlo de esa manera. Permitíos más separaciones y así las reuniones serán más alegres y estimulantes.

     - Haz cortos viajes solo o con amigos sin tener que sentirte atado a tu cónyuge o compañero. Os sentiréis más unidos cuando volvais y apreciaréis el hecho de poder funcionar independientemente.

     - Recuerda que no tienes la responsabilidad de hacer feliz a los demás. Los demás se hacen felices a sí mismos. Es posible que realmente disfrutes de la compañía de otra persona, pero si sientes que tu misión es hacerla feliz, entonces dependerás de ella y te sentirás deprimido cuando esa persona esté deprimida. O peor aún, pensarás que eres tú quien le ha fallado. Tú eres el responsable de tus propias emociones, y la demás gente, de las suyas. Nadie puede controlar tus sentimientos, salvo tú mismo.

     - Recuerda que el hábito no es razón suficiente para hacer algo, cualquier cosa que sea. El que siempre hayas estado sometido a los demás no es motivo ni justificación suficiente para seguir estándolo.

     - La clave de una vida eficiente reside en la independencia. Igualmente, la clave de un buen matrimonio reside en el mínimo de fusión y el máximo de autonomía y autodependencia. Y aunque sientas verdadero temor a romper tus relaciones dependientes, seguro que si les preguntas lo que piensan a las mismas personas con las que mantienes estas relaciones de dependencia emocional, descubrirás, con gran sorpresa, que ellos admiran más a quienes piensan y actúan por sí mismos. Otra ironía. Quienes más te respetarán por ser independiente serán los mismos que con más fuerza trataron de mantenerte subordinado.
El nido es un lugar maravilloso para que se desarrolle el niño, pero abandonar el nido es aún más maravilloso y puede sentirlo así tanto el que se va como el que se queda observando el despegue.


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ADIÓS A LA IRA


El único antídoto para la ira es la eliminación de la frase interna "Si  sólo fueras más parecido a mi".

     ¿Tienes mal genio? Tal vez aceptes la ira como parte integrante de tu vida, pero ¿reconoces , que de hecho no sirve a ningún fin útil? Quizá justificas tu mal humor diciendo cosas como "Es muy humano" o "Si no me desahogo expresándolo me lo guardaré dentro mío y se me convertirá en una úlcera". Pero la ira, el mal humor es una parte de ti mismo que no te gusta y, casi está de más decirlo, tampoco le gusta a la demás gente.

     La ira no es algo "muy humano". No tienes por qué sentirla, y no sirve a ninguno de los propósitos relacionados con el que tú seas una persona feliz y realizada. Es una zona errónea, una especie de gripe psicológica que te incapacita igual que puede hacerlo una enfermedad.

     Definamos el término ira. En el sentido que lo usamos en este capítulo se refiere a una reacción inmovilizante, una reacción que se experimenta cuando nos falla algo que esperábamos, algo con que contábamos. Toma la forma de rabia, hostilidad, de agresión contra alguien o incluso de silencio amenazante. No se trata simplemente de un enfado o irritación. Una vez más la palabra clave es inmovilidad. La ira es inmovilizante y por lo general proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes a lo que realmente son.

     La ira es una elección y un hábito. Es una reacción aprendida ante la frustración y a resultas de la cual te comportas como preferirías no hacerlo. De hecho, la ira profunda es una forma de locura. Se es loco cuando no se puede controlar el propio comportamiento. Así pues, cuando estás enfadado y pierdes el control, sufres una locura temporal.

     La ira no tiene retribuciones ni compensaciones psicológicas. Tal como la definimos aquí, la ira es debilitante. Físicamente puede producir hipertensión, úlceras, urticaria, palpitaciones cardíacas, insomnio, cansancio e incluso enfermedades cardíacas. Psicológicamente, la ira acaba con las relaciones afectivas; interfiere con la comunicación; conduce a la culpabilidad y la depresión y en general interfiere con tu vida. Quizá te sientas escéptico ante esto, puesto que siempre has oído decir que es más sano expresar la ira que guardarla embotellada dentro de ti. Sí, realmente la expresión de tu ira es más saludable que su represión. Pero existe una postura aún más sana: no sentir esa ira en absoluto. En este caso, no tendrás que enfrentarte con el dilema de si será mejor echarla fuera o guardarla adentro.

     Como todas las emociones, la ira es un resultante del pensamiento. No es algo que simplemente te sucede. Cuando te enfrentas con circunstancias que no van por donde tú quisieras que vayan, te dices a ti mismo que las cosas no deberían ser así (frustración) y entonces eliges la acostumbrada reacción de enfado que sirve a un propósito. (Véase la sección de retribuciones más adelante en este mismo capítulo.) Y mientras aceptes la ira como parte de lo que significa ser un ser humano, tendrás razón en aceptarla y en evitar ocuparte de su eliminación. Sin la menor duda, desfoga tu ira, desahógate, déjala salir en formas que no sean destructivas (si sigues decidido a conservarla). Pero empieza a pensar en ti mismo como en alguien que puede aprender a pensar de manera diferente cuando se siente frustrado, de modo que la ira inmovilizante pueda ser reemplazada por emociones más gratificantes y positivas. Lo más posible es que seguirás sintiendo rabia, irritación y desilusión, ya que el mundo no será nunca como tú quieres que sea. Pero la ira, esa respuesta emocional tan perjudicial, puede ser eliminada.

     Es posible que defiendas el caso de la ira porque te sirve para conseguir lo que quieres. Bueno, observa la cosa con un poco más de atención. Si lo que quieres decir es que si levantas la voz o pones cara de furia te ayudará a evitar que tu hija de dos años juegue en la calle donde puede hacerse daño, entonces levantar la voz es una estrategia excelente. Sólo se convierte en ira cuando te sientes realmente perturbado, cuando te acaloras y aumentan las pulsaciones de tu corazón, cuando arrojas objetos y quedas inmovilizado en general por un tiempo, cualquiera que sea. No dejes de seleccionar estrategias personales que reforzarán el comportamiento apropiado, pero no aceptes todo el dolor interno que esto puede significar. Puedes aprender a pensar de esta manera: "El comportamiento de la niña es peligroso para ella. Quiero hacerla ver que no se tolerará que juegue en la calle. Levantaré la voz para demostrarle la fuerza de mis sentimientos al respecto. Pero no me enfadaré".

     Considera a una madre típica que no puede realizar este despliegue controlado de enfado. Se siente constantemente molesta por el mal comportamiento reiterado de sus hijos. Pareciera como que mientras más se molesta ella, peor se portan ellos. Los castiga; los manda a su habitación; grita constantemente y está casi siempre en estado de irritación, como "en pie de guerra", cuando trata con sus hijos. Su vida como madre es una batalla. Lo único que sabe es gritar y por las noches se siente destrozada emocionalmente, agotada al cabo de un día en el campo de batalla.

     Entonces ¿por qué se portan así los niños cuando saben cómo va a reaccionar mamá? Porque la ironía de la ira es que nunca logra cambiar a los demás: sólo consigue intensificar el deseo de la otra persona de controlar a la persona enfadada. Escucha lo que dirían los niños de quienes ahora hablamos si pudieran formular sus motivos para portarse mal.

     "¿Ves lo que hace enfurecer a mamá? No tienes más que decir esto, o hacer esto otro, y podrás controlarla haciendo que le de uno de sus ataques. Puede que te tengas que quedar encerrado en tu habitación unas horas o unos momentos, ¡pero mira lo que consigues! ¡El total dominio emocional de su persona y a precio tan bajo! Ya que tenemos tan poco poder sobre ella, hagamos esto más a menudo y veremos cómo se enloquece con nuestro comportamiento."

     La ira, cuando se usa en cualquier tipo de relación, impulsa a la otra persona a que siga actuando como lo ha hecho hasta ahora. Si bien el provocador aparenta estar asustado, por otro lado sabe muy bien que puede enfadar a la otra persona cuando quiera, y de esa manera ejercer sobre ella el mismo tipo de autoridad vengativa que cree tener el iracundo.

     Cada vez que eliges enfadarte debido al comportamiento de otra persona, la estás privando de su derecho de ser lo que ella escoja. Dentro de tu cabeza está la frase neurótica: "Por qué no eres más parecido a mí? Entonces te querría y me gustarías en vez de enfadarme". Pero los demás no serán nunca como tú quieres que sean, todo el tiempo por lo menos. Gran parte del tiempo las cosas y la gente serán distintas a lo que tú quisieras que fueran. Así es el mundo. Y la posibilidad de cambiarlo es nula. De modo que cada vez que optas por la rabia cuando te enfrentas con alguien o con algo que no te gusta, optas a la vez por dejarte herir o inmovilizarte de alguna manera por culpa de la realidad. Ahora bien, eso es una tontería. Molestarte por cosas que no van a cambiar nunca. En vez de escoger la ira, puedes empezar a pensar en los demás como en seres que tienen derecho a ser diferentes a lo que tú quisieras que fueran. Puede que no te guste que así sea, pero no tienes por qué enfadarte por ello. La ira sólo los alentará a seguir siendo como son y te provocará todas las tensiones físicas y las torturas mentales que describimos antes. La elección está en tus manos realmente. La ira o un nuevo enfoque que te ayude a eliminar la necesidad de la ira.

     Quizá te ves a ti mismo en el campo contrario, esto es, alguien que siente mucha rabia, pero que nunca ha tenido el valor de expresarla. Te la guardas y nunca dices nada, trabajándote esas dolorosas úlceras y viviendo tus momentos presentes con gran cantidad de ansiedad. En realidad no eres la otra cara de la persona que chilla y despotrica. Tienes las mismas frases en tu cabeza respecto a la gente y las cosas, que deberían ser como tú quieres. Si lo fueran, ése es tu razonamiento, no sentirías rabia, no te enfadarías. Ésta es una lógica equivocada y el secreto para deshacerte de tus tensiones radica en destruirla. Aunque quieras aprender a expresar tu furia contenida en vez de guardártela, la meta final debe ser aprender a pensar en forma diferente para no crear esa furia. Pensamientos internos como éste: "Si él quiere hacer el tonto, yo no voy a elegir molestarme por ello. Es él, no yo, el que se comporta de esa manera estúpida". O, "Las cosas no funcionan como yo creo que deberían hacerlo. Y aunque no me gusta, no voy a dejarme inmovilizar por ello". Aprender a expresar tu ira con valentía por medio de nuevas formas de comportamiento como las que hemos tratado en este libro, será un buen primer paso. Luego, pensar de forma diferente que te ayude a trasladarte del compartimento externo de tu salud mental al interno. El rehusar apoderarte del comportamiento de cualquier otra persona es el último paso, el objetivo final. Puedes aprender a evitar que el comportamiento y las ideas de otra gente tengan el poder de perturbarte y molestarte.

     Al tener una buena opinión de ti mismo y negarte a que te controlen los demás, no te perjudicará ni lastimará la ira.


LA POSESIÓN DEL SENTIDO DEL HUMOR

     Es imposible enfadarse y reírse al mismo tiempo. La rabia y la risa se excluyen mutuamente y tú tienes el poder suficiente como para escoger cualesquiera de las dos.

     La risa es el rayo de sol del alma. Y sin sol nada puede crecer ni vivir. Como dijo Winston Churchill:

     Creo firmemente que no se puede tratar con las cosas más serias de este mundo a menos que uno comprenda las más divertidas.

     Quizá te tomes la vida demasiado en serio. Tal vez la característica más acusada de la gente sana es un sentido del humor sin hostilidad. Un excelente remedio para la ira es ayudar a los demás a elegir la risa y aprender uno mismo a echarse para atrás y observar la incongruencia de casi todas las situaciones de la vida.

Dentro del esquema de las cosas de este mundo, lo que tú haces y el hecho de que estés enfadado o no, provocará un impacto similar al que puede producir un vaso de agua volcado sobre el torrente de las cataratas del Niágara. Que escojas la rabia o la risa no importa mucho, salvo que la primera colmará tus momentos presentes de tristeza y la segunda de alegría.

      Tan en serio te tomas a ti mismo y a la vida que no puedes echarte atrás y darte cuenta de lo absurdo que es tomar algo de forma tan solemne?

No reírse es un indicativo patológico. Cuando empieces a ponerte demasiado serio y sensato en lo que a ti respecta o en lo que haces, recuérdate a ti mismo que no tienes más tiempo que éste. ¿Qué sacas con desperdiciar tu presente estando enfadado cuando la risa sienta tan bien?

     Hay que reírse por el mero placer de la risa. Es en sí misma su propia justificación. No tienes que tener ningún motivo especial para reírte.
Hazlo simplemente. Obsérvate a ti mismo y a los demás en este mundo insensato y decide entonces si andarás por ahí cargado de ira o si desarrollarás más bien un sentido de humor que te otorgará uno de los dones más valiosos que existen: la risa. Sienta tan bien.

ALGUNAS DE LAS CAUSAS MAS COMUNES DE LA IRA

     Es posible ver la ira funcionando todo el tiempo. Por todas partes se ven ejemplos de gente experimentando diversos grados de inmovilidad, desde una pequeña molestia hasta la furia ciega. Es el cáncer, aunque aprendido, que se introduce en medio de las interacciones humanas. A continuación, he aquí algunos de los casos más comunes de ira, es decir de ocasiones en que la gente escoge la ira.
      La ira en el coche. Los conductores le gritan a los demás motoristas por casi todo. El comportamiento de acelerador de pulso ocurre cuando otra persona va demasiado rápido, demasiado lento, no hace señales, señala equivocadamente, cambia de carriles o comete cualquier equivocación. Como conductor puedes llegar a experimentar gran cantidad de rabia e inmovilidad emocional por las cosas que te dices a ti mismo de la manera como los demás deberían conducir. Igualmente las congestiones de tráfico son como señales claves para los ataques de furia y hostilidad. Los conductores les chillan a los pasajeros y se expresan con palabrotas respecto a las causas del atasco. Todo este comportamiento es consecuencia de un solo pensamiento:

"Esto no debería estar sucediendo; y porque sucede, yo me voy a molestar e incitaré a los demás a escoger también la infelicidad".

     - La ira en los juegos competitivos. El bridge, el tenis, la canasta, el póquer y una variedad de otros juegos son grandes provocadores de ira.
La gente se enfada con sus compañeros o con sus contrincantes por no hacer las cosas bien o por infracciones a las reglas del juego. Pueden llegar a tirar al suelo una raqueta de tenis porque cometieron un error. Y aunque gritar y patalear y tirar el equipo por los aires es más sano que gritarle o pegarle a los demás, es igualmente una barrera de contención para la plenitud de goce y realización de tu momento presente.

     - Ira ante lo fuera de lugar. Mucha gente siente rabia contra un individuo o un suceso que considera fuera de lugar. Por ejemplo, un conductor de coche en una carretera o calle puede decidir que un ciclista o peatón no debería estar allí y tratar de echarlo fuera. Este tipo de ira puede ser sumamente peligrosa. Muchos de los denominados accidentes resultan en realidad de este tipo de incidentes en los que la furia incontrolada ha tenido efectos desastrosos.

- Ira ante los impuestos. Por más cantidad de ira que se malgaste en rabiar contra los impuestos, nadie podrá cambiar las leyes de nuestro país pero la gente sigue rabiando igual porque los impuestos no son como ellos quisieran que fueran.

     - Ira debida a la lentitud de los demás. Si esperas que los demás funcionen según tu horario, optarás por enfadarte cuando no lo hagan y justificarás tu inmovilización con "Tengo derecho a enfadarme. Hace media hora que me tiene esperando".

     - Ira por el desorden o desorganización de los demás. A pesar del hecho de que tu rabia alentará a los demás a comportarse de la misma manera, posiblemente persistirá tu actitud de escoger la ira.
      Ira contra los objetos inanimados. Reaccionar con un grito de rabia porque te golpeas la espinilla o porque te das en el dedo con un martillo puede ser terapéutico, pero sentir realmente furia y atravesar la puerta de un puñetazo no es sólo inútil sino que también puede ser muy doloroso.

     - Ira debida a algún objeto perdido. Por más que rabies, la rabia no logrará recuperar tu llave o tu monedero, y probablemente evitará que organices una búsqueda eficiente.

     - Ira ante sucesos mundiales que están fuera de tu control. Quizá no estés de acuerdo con la política del gobierno, con las relaciones exteriores, o la economía pero tu ira y la consiguiente inmovilización no cambiarán nada.


LOS MUCHOS ROSTROS DE LA IRA

     Ahora que has visto algunas de las ocasiones en las que puedes escoger la ira, miremos algunas de las formas que toma la ira.
      La agresión verbal o el ridiculizar a tu cónyuge, hijos, seres queridos o amigos.

     - Violencia física, pegar, patear, golpear objetos o gente. Este comportamiento cuando es llevado a máximo extremo conduce a los crímenes de violencia que se cometen casi siempre bajo la influencia de una rabia inmovilizante. No se cometen crímenes y asaltos a menos que se descontrolen las emociones y la ira produzca una locura temporal. Puede resultar peligroso creer que la ira es normal o suscribirse a las escuelas psicológicas que impulsan a tomar contacto con la rabia y a desahogarse dejándola salir. Igualmente, la televisión, el cine y los libros que vulgarizan la ira y la violencia y las presentan como comportamientos normales perjudican tanto al individuo como a la sociedad.

     - Decir cosas como "Él me enfurece" o "realmente tú me das mucha rabia,". En estos casos, tú optas por permitir que el comportamiento de otra persona te haga infeliz.

     - Usar frases como "lo mato", "lo deshago" o "hay que destruir a la oposición". Puede que pienses que ésos son sólo decires, expresiones, pero en realidad lo que hacen es alentar la violencia y la ira y hacerla aceptable hasta en una competición amistosa.

     - Pataletas de rabia. Ésta no es sólo una manera muy común de expresar la ira sino que a menudo sirve para que el rabioso consiga lo que quiere.

     - El sarcasmo, el ridículo y el tratamiento del silencio. Estas expresiones de ira pueden ser tan perjudiciales y dañinas como la violencia física.

     Si bien la lista de los posibles comportamientos iracundos podría seguir eternamente, los ejemplos que acabamos de citar son algunos de los más usuales cuando la ira aflora en esta zona errónea.


EL SISTEMA DE RETRIBUCIONES QUE TÚ HAS CONSTRUIDO PARA ESCOGER LA IRA

A fin de aplacar tu mal genio, lo más efectivo es empezar a percibir las razones que se tienen para usarlo. He aquí algunas de las motivaciones psicológicas para mantener en funcionamiento ese mal genio:

     - Cuando se te hace difícil controlarte, te sientes frustrado o derrotado, te es posible usar la rabia para trasladar la responsabilidad de lo que sientes a otra persona u otro suceso en vez de dominar tus propios sentimientos.

     - Puedes utilizar la ira para manipular a los que te tienen miedo.
Esto es especialmente efectivo con los que son más jóvenes o más pequeños, física o psicológicamente.

     - Los accesos de ira atraen la atención de los demás y así logras sentirte importante y poderoso.

     - La ira es una excusa muy cómoda. Puedes volverte loco -temporalmente- y luego disculparte diciendo: "No pude evitarlo,". Así puedes exonerar tu comportamiento con una lógica de descontrol.

     - Consigues lo que quieres porque los demás prefieren aplacarte que tener que tolerar tus rabietas y ataques de ira.

     - Si le tienes miedo al amor o a la intimidad, puedes enfadarte por algo y evitar de ese modo el riesgo de compartir algo emocionalmente.

      - Puedes manipular a los demás por medio de la culpa haciendo que se pregunten: "¿Qué hice yo para que se enfade de esta manera?,. Cuando los demás se sienten culpables, tú eres poderoso.

     - Puedes bloquear la comunicación cuando te sientes amenazado porque alguien es más hábil que tú. Usas la rabia para evitar el riesgo de quedar en inferioridad de condiciones.

     - No tienes que ocuparte de ti mismo cuando estás enfadado. De ese modo puedes usar tus momentos presentes de una manera muy fácil al estar furioso y evitar hacer lo que sea necesario para mejorarte a ti mismo.
Utilizas la ira para desahogarte.

     - Puedes sumirte en una profunda compasión de ti mismo después de un ataque de rabia, compadecerte de ti mismo porque nadie te comprende.

     - Puedes evitar pensar con lucidez por el mero hecho de enfadarte.
Todo el mundo sabe que no puedes pensar claramente en esos momentos. Así que ¿por qué no echar mano de la vieja ira cuando quieres evitar el pensar con rectitud y claridad?

     - Puedes usarla como excusa por un fracaso o por tu falta de capacidad. Incluso puedes llegar a evitar que los demás te ganen debido al miedo que inspiran tus accesos de mal humor.

     - Puedes utilizar la rabia como excusa diciendo que la necesitas para poder realizar algún trabajo específico, pero en realidad la ira es un comportamiento inmovilizador y no ayuda a trabajar bien.

     - Al decir que la ira es humana, tienes a mano la justificación para tu comportamiento: "Yo soy un ser humano y así funcionan los seres humanos".


ALGUNOS PROYECTOS QUE PUEDEN SERVIR PARA REEMPLAZAR LA IRA

     La ira se puede eliminar. Para ello es necesario pensar de distinta manera y se puede lograr ocupándose de un solo momento presente a la vez.
Cuando te tienes que enfrentar con gentes o hechos que provocan tu ira o te instan a escoger la ira, ten conciencia de lo que te dices a ti mismo, y entonces trata de elaborar frases nuevas que provocarán nuevas sensaciones y un comportamiento más productivo. He aquí algunas estrategias específicas para combatir la ira.

     - Lo primero y más importante es tomar contacto con tus propios pensamientos en el momento mismo en que te enfadas; entonces debes recordar que no tienes que actuar así simplemente porque siempre lo has hecho. Lo más importante es estar alerta al respecto.

     - Tratar de postergar la ira. Si tu reacción normal ante algo es de enfadarte, trata de postergar esa ira durante quince segundos y luego explota como sueles hacerlo. La próxima vez trata de postergarla treinta segundos y sigue alargando los intervalos. Cuando empieces a ver que puedes postergar la ira, te darás cuenta que has aprendido a controlarla.

Postergarla significa controlarla y con mucha práctica la eliminarás por completo.

     - Cuando tratas de utilizar la ira en forma constructiva para enseñarle algo a un niño, prueba de hacer como si estuvieses enfadado.
Levanta la voz y frunce el ceño, pero no sientas todo el dolor físico y psicológico que acompaña a la ira.

     - No trates de engañarte a ti mismo diciéndote que disfrutas de algo que en realidad te es desagradable. Algo puede desagradarte sin que por ello te tengas que enfadar.

     - Trata de acordarte en el momento en que te enfades que los demás tienen derecho a ser lo que escogen ser, que tu exigencia de que sean diferentes sólo logra prolongar tu ira. Trabaja para lograr permitirle a los demás el derecho a sus propias elecciones así como insiste en tu propio derecho a la libre elección.

     - Pídele a alguna persona de confianza que te ayude. Pídele que te avise cuando estés enfadado ya sea verbalmente o con alguna señal convenida. Cuando recibas esta señal piensa en lo que estás haciendo y luego prueba de usar la estrategia de la postergación.

     - Escribe un diario de tu comportamiento iracundo y apunta exactamente el día, hora y lugar del incidente en el que escogiste enfadarte. Sé muy exacto y cumplido en tus anotaciones; oblígate a apuntar todas las veces que has reaccionado con rabia. Pronto descubrirás, si persistes, que el mero hecho de tener que anotar el incidente servirá para persuadirte a escoger la ira con menos frecuencia.

     - Trata de estar cerca físicamente de algún ser querido en el momento en que sientas rabia. Una de las manera de neutralizar tu hostilidad es cogerte de las manos de alguien, a pesar de tu inclinación en contra, y sigue asido a esas manos hasta que hayas expresado lo que sientes y disipado tu ira.

     - Habla con las personas que son los blancos más comunes de tu ira en un momento en que no estés enfadado. Comparte con el otro las actividades más provocadoras de ira, y proyecta alguna manera por medio de la cual puedes comunicar tus sentimientos sin tener que recurrir a un comportamiento debilitante como es el de la ira. Quizás una notita por escrito, un mensaje o una caminata para serenarse podrían dar resultado si antes se llega a un acuerdo al respecto, de modo que no sigan maltratándose mutuamente con exabruptos de ira que no tienen sentido. Al cabo de unos cuantos paseos para serenarte, empezarás a ver lo insensato que es dejarse llevar por el mal genio.

     - Aplaca tu ira durante los primeros segundos clasificando lo que sientes y lo que crees que siente tu compañero también. Los primeros diez segundos son cruciales. Si logras sobrepasarlos verás a menudo que la rabia se ha desvanecido por sí sola.

     - Ten conciencia de que todas las cosas en las que crees serán desaprobadas por el cincuenta por ciento de la gente el cincuenta por ciento del tiempo. Si esperas que gran parte de la gente esté en desacuerdo contigo, verás que no escoges la ira. En cambio te dirás a ti mismo que el mundo es justo y recto porque la gente no está de acuerdo con todo lo que tú dices, piensas y haces.
      Ten conciencia de que si bien la expresión de la ira es una alternativa saludable a guardarse ese sentimiento en el interior, no sentirla en absoluto es la opción más saludable de todas. Cuando dejes de pensar que la ira es algo natural o típicamente humano, habrás adquirido una razón interna para tratar de eliminarla.

     - Trata de no esperar demasiado de los demás. Cuando dejas de tener expectativas, dejas de esperar lo que muy bien puede ser imposible y dejas de enfadarte si no lo consigues.

     - Recuerda que los niños son siempre activos y bulliciosos y que no sacarás nada enfadándote. Y si puedes ayudar a que los niños hagan elecciones constructivas en otras áreas, no podrás nunca alterar su naturaleza básica.

     - Anímate a ti mismo. Si lo haces, no te sobrecargarás de un sentimiento que resulta tan destructivo para tu persona.

     - Cuando te encuentres en una congestión de tráfico, controla el tiempo de espera sin explotar. Trabaja para lograr controlarte. En vez de gritarle a un pasajero, hazle una pregunta civilizada. Usa el tiempo creativamente escribiendo una carta, una canción o para descubrir formas de evadirte de la congestión de tráfico; o trata de revivir la experiencia sexual más estimúlante de tu vida, o mejor aún, proyecta mejorarla.

     - En vez de sentirte esclavizado por todas las circunstancias frustrantes, usa esas mismas situaciones como un estímulo para cambiarlas.
De ese modo, no tendrás tiempo para enfadarte en tus momentos presentes.

     La ira se entromete en nuestro camino. No vale para nada, no es beneficiosa para nada. Como todas las zonas erróneas, la ira es un medio que sirve para usar elementos externos a ti a fin de explicar cómo te sientes. Olvídate de los demás. Haz por tu cuenta tus propias elecciones y no permitas que éstas estén empañadas por la ira.


12

RETRATO DE UNA PERSONA QUE HA ELIMINADO TODAS LAS ZONAS ERRÓNEAS


Están demasiado ocupados siendo para fijarse en lo que hacen sus vecinos.

Es posible que una persona liberada de zonas erróneas nos parezca un personaje de ficción, pero la liberación de los comportamientos autodestructivos no es un concepto mitológico; más bien se trata de una posibilidad real. La posibilidad de funcionar plenamente está a tu alcance y una completa salud mental en el momento presente puede ser una opción. Este último capítulo está dedicado a describir cómo funciona la gente libre de zonas erróneas de comportamiento y pensamiento. Verás el desarrollo de un individuo distinto a la mayor parte de la gente y que se distingue por su hábil capacidad de estar creativamente vivo en todo momento.

     Las personas libres de zonas erróneas son muy distintas a la gente común y corriente. Y aunque su aspecto es como el del normal de la gente, ellos tienen unas cualidades muy particulares que en ningún caso son raciales, socioeconómicas o sexuales. No encajan fácilmente en ningún rol, trabajo específico, moldes geográficos, niveles educativos o estadísticas económicas. Tienen una cualidad diferente, pero la diferencia no es fácil de discernir por medio de los factores externos tradicionales con los que generalmente clasificamos a la gente. Pueden ser ricos o pobres, hombres o mujeres, blancos o negros, vivir en cualquier parte y hacer casi cualquier cosa. Son un grupo de gente muy variada que sin embargo tienen un factor en común: estar libres de zonas erróneas. ¿Cómo darte cuenta de cuando te encuentras con alguien así? ¡Obsérvalos! ¡Escúchalos! Esto es lo que descubrirás:

     En primer lugar, y esto será lo más evidente, verás que es gente que disfruta de virtualmente todo lo que les brinda la vida; gente que se siente cómoda haciendo cualquier cosa y que no pierde el tiempo quejándose o deseando que las cosas fueran de otra manera. Sienten entusiasmo por la vida y quieren todo lo que pueden sacar de ella. Les gusta salir de excursión, ir al cine, leer, practicar deportes, asistir a conciertos, visitar ciudades, granjas, contemplar animales, montañas y realmente casi todo. Les gusta la vida. Cuando estás cerca de gente así, notarás la ausencia de lamentos e inclusive de suspiros pasivos. Si llueve, les gusta. Si hace calor lo disfrutan en vez de quejarse. Si se encuentran en medio de una congestión de tráfico, o en una fiesta, o completamente solos, sencillamente actúan de la mejor manera posible. No se trata de disfrutar de todo lo que sucede, sino de una sabia aceptación de lo que es, de una rara habilidad para deleitarse con la realidad. Pregúntales lo que no les gusta y les costará darte una respuesta honesta. No actúan con la sensatez que significaría protegerse de la lluvia cobijándose bajo techo, porque la lluvia les parece hermosa, estimulante y algo que vale la pena experimentar. Les gusta. El fango no los enfurece: lo observan, chapotean en él y lo aceptan como parte de lo que significa estar vivo.  Les gustan los gatos? Sí.  Los osos? Sí. Los gusanos? Sí. Y aunque las molestias como enfermedades, sequías, mosquitos, inundaciones y otras calamidades no les producen placer ni las aceptan con entusiasmo, es gente que no gasta sus momentos presentes quejándose por ellas o deseando que no fueran así. Si hay que destruir ciertas situaciones, ellos tratarán de destruirlas. Y disfrutarán haciéndolo. Por más que trates, te costará descubrir algo que no les guste hacer. Realmente aman la vida y realmente se sumergen en ella disfrutando de todo lo que les brinda.

     La gente sana y realizada está libre del sentimiento de culpa y de toda la ansiedad que se produce cuando se usan los momentos presentes inmovilizándose por hechos que sucedieron en el pasado. Ciertamente pueden reconocer que han cometido errores y pueden prometerse que evitarán repetir ciertos comportamientos que resultaron contraproducentes de alguna manera, pero no malgastan su tiempo arrepintiéndose por algo que hicieron y que desearían no haber hecho, o molestos porque les disgusta algo que hicieron en algún momento de su vida pasada. La total carencia de culpa es una de las características de las personas sanas. Nada de lamentos por lo que pasó y nada de esfuerzos por lograr que otros escojan la culpa haciendo preguntas tan vanas como "¿Por qué no lo hiciste de otra manera?, o "¿No te avergüenzas de ti mismo?" Dan la impresión de que saben reconocer que la vida ya vivida es eso, y que por más mal que uno se sienta al respecto, nada podrá hacer para cambiar lo que pasó. Ellos mismos se sienten libres de culpa sin ningún esfuerzo: porque es natural, nunca ayudan a los demás a escoger la culpa. Se dan cuenta que sentirse mal en el momento presente sólo refuerza la pobre imagen de sí misma que puede tener una persona y que es mucho mejor aprender del pasado que protestar por el pasado. No los verás nunca manipulando a los demás diciéndoles lo malos que han sido, ni tampoco podrás manipularlos tú con las mismas tácticas. Ellos no se enfadaran contigo, simplemente no te harán caso, te ignorarán. En vez de molestarse contigo, preferirán irse o cambiar de tema. Las estrategias que funcionan tan bien con la mayor parte de la gente fallan completamente con estos seres tan sanos. En vez de hacerse desgraciados a sí mismos o a los demás con sentimientos de culpabilidad, tranquilamente, sin mayor ceremonia dejan de lado la culpa cuando la encuentran en su camino.

     Igualmente la gente libre de zonas erróneas no se atormenta con preocupaciones. Algunas circunstancias que a otras personas podrían llegar a enloquecerlas apenas si afectan a estos individuos. No son ni planificadores del futuro ni ahorradores para el futuro. Rehúsan preocuparse por lo que pasará en el futuro y se mantienen libres de la ansiedad que acompaña a las preocupaciones. No saben preocuparse. No es parte de su manera de ser. No es que necesariamente estén todo el tiempo calmados pero no están dispuestos a pasar sus momentos presentes sufriendo por cosas que pueden suceder en el futuro y sobre las que no tienen ningún control. Están orientados principalmente hacia sus momentos presentes, y tienen una señal interna que parece recordarles que todas las preocupaciones deben suceder en el momento presente, y que ésa es una manera muy tonta de vivir su actualidad. Esta gente vive ahora en el presente y no en el pasado o en el futuro. No se sienten amenazados por lo desconocido y buscan nuevas experiencias que nos les son familiares. Les encanta la ambigüedad. Disfrutan del ahora en todas las ocasiones convencidos de que es todo lo que tienen. No hacen proyectos para un acontecimiento futuro dejando que pasen largos períodos de inactividad mientras esperan este acontecimiento. Los momentos que se viven entre los acontecimientos son tan vivibles como los acontecimientos mismos, y estas personas tienen una rara habilidad para sacar todo el goce posible de sus vidas diarias. No son "postergadores" ni de los que ahorran por si vienen tiempos malos ¡y aunque nuestra cultura no apruebe su comportamiento, no se sienten amenazados por reproches que provengan de sí mismos! Aprecian y disfrutan ahora de su felicidad y cuando el futuro llegue y se convierta en presente lo aprecian y disfrutan también. Estos individuos gozan siempre porque sencillamente se dan cuenta de lo absurdo que es esperar para disfrutar. Es una manera muy natural de vivir la vida, un poco como un animal o un niño. Están demasiado ocupados en realizar plenamente el momento presente mientras que la mayoría de la gente vive esperando las retribuciones sin ser capaces jamás de cogerlas cuando se les presentan. Esta gente tan sana es notablemente independiente. Es gente que se encuentra fuera del nido, y aunque puede sentir gran amor por su familia y estar muy ligados a ella, piensan que la independencia es más importante que la dependencia en todas las relaciones humanas. Saben apreciar muy bien su propia independencia, el no depender de lo que puedan hacer los demás. Sus relaciones humanas se basan en el respeto mutuo al derecho que tiene el individuo a tomar sus propias decisiones. El amor de esta gente no lleva implícita la imposición de los valores propios en el ser amado. Dan gran importancia a la intimidad del ser humano; lo que puede hacer que los demás se sientan rechazados. Les gusta estar solos a veces, y se preocupan mucho de proteger su intimidad. No se comprometen sentimentalmente con mucha gente. Son selectivos en lo que respecta al amor, pero son también profundamente afectuosos. A las personas dependientes y no sanas les cuesta amar a seres así porque éstos son muy intransigentes en lo que respecta a su libertad individual. Si alguien los necesita, rechazan esta necesidad por encontrar que es perjudicial para la otra persona tanto como para ellos mismos. Quieren que las personas que ellos aman sean independientes, que hagan sus propias elecciones y que vivan sus vidas por sí mismos. Y a pesar de  que pueden disfrutar de los demás y desear estar en su compañía, quieren mas aún que los demás se las puedan arreglar sin muletas y sin apoyos. Así pues, el momento en que empieces a apoyarte en esta gente, te darás cuenta que ellos por su lado empiezan a desaparecer primero emocionalmente y luego físicamente también. Rehúsan depender de la gente y que dependan de ellos en una relación afectuosa e interesada, pero alientan su confianza en sí mismos casi desde el principio ofreciéndoles mucho amor en todas las oportunidades que se presentan. 
     Encontraras muy poca búsqueda de aprobación entre estos individuos felices y realizados. Son capaces de funcionar sin la aprobación y el aplauso de los demás. No buscan honores como hace la mayoría de la gente.
Son muy independientes de la opinión de los demás. No buscan honores como hace la mayoría de la gente. Son muy independientes de la opinión de los demás, sin importarles prácticamente nada si a la otra persona le gusta lo que ellos dicen o hacen. No tratan de escandalizar a nadie ni de ganar su aprobación. Es gente que está interiormente dirigida y a la que realmente no le preocupa ni interesa la evaluación de su comportamiento que hace la demás gente. No es que sean insensibles al aplausos o a la aprobación: parecen no necesitarlos. Pueden ser incluso bruscos porque son honrados y no envuelven sus mensajes con frases cuidadosamente pensadas para complacer a los demás. Si quieres saber lo que piensan, eso será exactamente lo que te dirán. Igualmente, cuando tú digas algo sobre ellos, no los destruirás ni inmovilizarás con tus palabras y opiniones. Usarán la información que les das, la filtrarán por medio de sus propios valores y usarán lo que les sirve en su propio beneficio y crecimiento. No necesitan ser amados por todo el mundo, ni tienen excesiva necesidad de aprobación. Reconocen que siempre habrá quien desapruebe lo que hacen. Son seres poco comunes en el sentido que son capaces de funcionar como ellos mismos, y no como dictamina un tercero. Cuando observas a estos individuos, notas una falta de enculturación. No son rebeldes, pero hacen sus propias elecciones aunque esas elecciones entren en conflicto con lo que hace toda la demás gente. Son capaces de pasar por alto las pequeñas normas sin importancia e ignorar tranquilamente los inútiles convencionalismos que son parte tan importante de la vida de mucha gente. NO son aficionados a asistir a "cocktail parties" ni hacen conversación porque la buena educación lo aconseja. Son dueños de sí mismos y aunque consideran que la vida social es parte importante de sus vidas, se niegan a dejar que ésta los gobierne o a convertirse en esclavos de la misma. No atacan con rebeldía pero internamente saben cuándo pasar por alto ciertas cosas y funcionan con la mente clara y en forma sensata. 

     Saben reír y hacer reír. Descubren el humor en casi todas las situaciones y se pueden reír de los acontecimientos más absurdos lo mismo que de los más serios y solemnes. Les encanta ayudar a los demás a reírse y les resulta fácil crear buen humor. No es gente seria ni grave que camina por la vida con pasos de plomo y rostro severo. Más bien, son hacedores, gente activa, a los que a menudo se les reprocha ser frívolos en el momento inoportuno. No están a tono con los acontecimientos exteriores porqué saben muy bien que no existe realmente el momento justo para hacer cualquier cosa. Les encantan las cosas desproporcionadas e incongruentes, pero su humor no tiene hostilidad. jamás usan el ridículo para hacer reír. No se ríen  de la gente, se ríen con la gente. Se ríen de la vida y lo ven todo como un gran divertimento, aunque toman muy en serio su proyectos. Cuando se echan para atrás y contemplan la  vida, saben muy bien que no se dirigen a ningún sitio especial y que son capaces de disfrutar y de crear una atmósfera en la cual los demás pueden optar por el gozo. Son gente divertida que vale la pena tener cerca.

     Son gente que se acepta a sí misma sin quejas. Saben que son seres humanos y que serlo implica ciertos atributos humanos. Saben cuál es su aspecto físico y lo aceptan. SI son altos, perfecto, pero si son bajos también. La calvicie está muy bien, lo mismo que una frondosa cabellera.
Pueden soportar el sudor. No falsean su aspecto físico. Se han aceptado a sí mismos y por ello son la gente más natural. Nada de esconderse detrás de artificios ni de disculparse por lo que son. NO saben ofenderse por nada que sea humano. Se quieren a sí mismos y aceptan todo lo que está en la naturaleza tal como es en vez de desear que fuera diferente. Jamás se quejan de cosas que no pueden cambiar como olas de calor, tormentas eléctricas o el agua fría. Se aceptan a sí mismos y al mundo tal como es.
Sin pretensiones, sin lamentaciones, con una aceptación simple. Aunque los frecuentes durante muchos años, no los oirás rebajándose a sí mismos o deseando sutilmente algo imposible. Verás actuar a gente activa, a los hacedores. Verás como toman el mundo natural y disfruta de todo lo que este le ofrece.
     Aprecian el mundo natural. Les encanta estar al aire libre disfrutando de la naturaleza, recorriendo gozosamente todo lo que aún está intacto, que es original y aún no ha sido estropeado. Le encantan las montañas, los atardeceres, los ríos, las flotes, los árboles, los animales y virtualmente toda la flora y la fauna. Como personas son naturalistas, nada pretenciosos ni ceremoniosos y les encanta la naturalidad  del universo. No andan ocupados buscando bares, tabernas, clubs nocturnos, fiestas convencionales, habitaciones llenas de humo y cosas por el estilo, aunque ciertamente son muy capaces de disfrutar plenamente con este tipo de actividades. Están en paz con la naturaleza, el mundo de Dios, si quieres, aunque son muy capaces  de funcionar en un mundo hecho por la mano del hombre. Son también capaces de apreciar lo que ya no tiene interés para otros. Jamás se cansan de un atardecer o de una excursión por el bosque. La visión de un pájaro volando es siempre un espectáculo admirable. Igual que no se cansan de mirar a un gusano ni tampoco a una gata que da a luz a sus gatitos. Una y otra vez, nunca se cansan de apreciar espontáneamente lo que la vida les va brindando. Algunas personas encuentran que esta es una actitud muy artificial pero ellos no se dan cuenta de lo que piensan los demás. Están demasiado ocupados en asombrarse por la amplitud de posibilidades que les brinda la vida para realizarse plenamente en el momento presente.
     Tienen una percepción muy especial en lo que respecta a la conducta de los demás y lo que a otros les puede parecer complejo e indescifrable, para ellos es claro y comprensible. Los problemas que inmovilizar a tanta gente son a menudo sólo pequeñas molestias para ellos. Esta falta de compromiso emocional con los problemas les permite franquear barreras que para muchos son infranqueables. Tienen percepciones claras en lo que a ellos mismos respecta y reconocen inmediatamente lo que los demás están tratando de hacerles. Pueden alzarse de hombros y pasar por alto cosas por las que otros se enfadan y quedan inmovilizados. Y ciertas cosas que pueden confundir a mucha gente que las encuentra insolubles, a ellos no los amilanan y más bien las consideran como simples y de fácil resolución. No están monopolizados por los problemas de su mundo emocional. Para esta gente, un problema es realmente sólo un obstáculo que hay que vencer y no un reflejo de lo que ellos son o dejan de ser como personas. Su autovaloración está ubicada dentro de sí mismos, por lo que cualquier problema externo puede ser visto objetivamente, y no, en ningún caso, como una amenaza o un desafío a su propia valía. Éste es uno de los rasgos de su personalidad más difíciles de comprender, ya que la mayoría de la gente se siente amenazada por los acontecimientos externos, por las ideas o por la demás gente. Pero los seres independientes y sanos no saben cómo sentirse amenazados y esta característica hace que sean ellos los que parezcan amenazadores a los demás.
     Nunca pelean inútilmente. No son partidarios del autobombo para atraer la atención sobre sí mismos. Si la lucha puede provocar un cambio, entonces lucharán pero jamás lucharán inútilmente. No son mártires. Son hacedores.
Son también gente que ayuda a los demás. Generalmente trabajan en cosas   que le hacen la vida más agradable o más tolerable a los demás. Son guerreros en la vanguardia del cambio social, pero no llevan sus luchas consigo a la cama por las noches como caldo de cultivo de úlceras, enfermedades del corazón u otros desórdenes físicos. Son incapaces de estereotipar. A menudo ni se dan cuenta de las diferencias físicas de la gente incluyendo las raciales, étnicas, morfológicas o sexuales. No son gente superficial que juzga a los demás por su aspecto exterior. Y aunque puedan parecer egoístas y preocupados sólo de su propio placer, en realidad pasan gran parte de su tiempo dedicados a servir a los demás. ¿Por qué? Porque les gusta hacerlo.

     No son gente enfermiza. No creen en la inmovilidad que producen los resfriados y los dolores de cabeza. Creen en su propia capacidad para deshacerse de esas enfermedades y no andan contándole a los demás lo mal que se sienten, lo cansados que están o qué enfermedades infectan su cuerpo en la actualidad.
Tratan bien a sus cuerpos. Se quieren a sí mismos y en consecuencia comen bien, hacen regularmente ejercicio (como sistema de vida) y rehúsan experimentar el tipo de malestares que inutilizan a mucha gente durante diversos períodos de tiempo. Les gusta vivir bien, y así lo hacen.
     Otra característica de estos individuos en pleno funcionamiento es la honestidad. Sus respuestas no son evasivas ni pretenden mentir respecto a ninguna cosa. Consideran que la mentira es una distorsión de su propia realidad y rehúsan participar en cualquier tipo de comportamiento que sirva para engañarse a sí mismos. Y aunque son personas discretas evitarán tener que distorsionar la verdad para proteger a la gente. Saben que están a cargo de su propio mundo y e otros también lo están. Así se comportan de una forma que a menudo otros pueden considerar cruel, pero en realidad lo que ellos hacen es simplemente dejar que los otros tomen sus propias decisiones. Se enfrentan eficientemente con lo que es, en vez de lo que ellos quisieran que fuera.
     Esta gente no culpa a los demás. La orientación de su  personalidad es interna y rehúsan responsabilizar a los demás por lo que ellos son. Por lo mismo, no pierden mucho tiempo hablando de los demás, ni están obsesionados por lo que los otros hacen o dejan de hacer. No hablan de la gente ¡hablan con ella! No culpabilizan a los demás; ayudan a los demás y a sí mismos a poner la responsabilidad donde corresponde. No se meten en habladurías ni propagan informaciones tendenciosas y malvadas. Están tan ocupados en vivir su propia vida con eficiencia que no tienen tiempo de ocuparse de las pequeñeces que saturan la vida de mucha gente. Los hacedores hacen. Los críticos culpan y se quejan. Estos individuos no se preocupan mucho por el orden, la organización o los sistemas en sus vidas. Practican su autodisciplina pero no tienen  necesidad de que las cosas y la gente encajen en sus propias percepciones de lo que deben de ser las cosas. No están llenos de "debes" respecto a la conducta de los demás. Creen que todos tienen derecho a sus elecciones y que esas pequeñeces que enloquecen a otra gente son simplemente el resultado de la decisión de otra persona. No creen que el mundo debe ser de alguna manera especial. No se preocupan mayormente por el orden y la limpieza. Existen de una manera funcional y si todo no es tal cual ellos quisieran, encuentran que eso también es correcto. Para esta gente, la organización es simplemente una manera útil de actuar y no un fin en sí misma. Y justamente por esta falta de neurosis organizativa es por lo que son creativos. Emprenden cualquier cosa a su manera única y particular, ya sea el hacer un plato de sopa, escribir un informe o cortar el césped. Aplican su imaginación a sus actos y el resultado es una manera creativa de hacer las cosas. No sienten la obligación de hacer las cosas de cierta manera. No consultan manuales ni hablan con expertos: simplemente atacan el problema de la manera que les parece más apropiada. Esto se llama creatividad; y sin excepciones, ellos la tienen.
     Es gente con niveles de energía especialmente altos. Parecen necesitar menos sueño y sin embargo se sienten estimulados por la vida. Viven y son sanos. Pueden hacer acopio de tremendas rachas de energía para completar una tarea porque escogen comprometerse en ella considerándola como una actividad estimulante que los realiza en el momento presente. Esta energía no es sobrenatural: es simplemente el resultado de su amor a la vida y a todas las actividades que ella brinda. No saben aburrirse. Todos los acontecimientos de la vida ofrecen oportunidades de hacer, pensar, sentir y vivir, y ellos saben aplicar su energía en casi todas las circunstancias. Si se los encarcelara, emplearían sus mentes en divagaciones creativas para evitar la parálisis de la falta de interés. No hay aburrimiento en sus vidas porque ellos canalizan la misma energía que tienen otros de maneras productivas para ellos mismos.
     Son agresivamente curiosos. Nunca saben lo suficiente. Buscan siempre más y quieren aprender cada uno y todos los momentos presentes de sus vidas. No les preocupa hacerlo bien o haberlo hecho mal. Si algo no resulta, o no logra grandes beneficios, entonces se descarta en vez de lamentarlo. Son buscadores de la verdad en el sentido de aprender cosas, siempre estimulados por la posibilidad de aprender más y sin llegar a creer jamás que ya son un producto terminado. Si están con un barbero se interesan por los problemas de ese oficio. No se sienten nunca superiores ni actúan como si lo fueran, alardeando de sus méritos para que otros los aplaudan. Aprenden de los niños, de los corredores de bolsa y de los animales. Quieren saber más sobre lo que significa ser un herrero o un cocinero, una fulana o el vicepresidente de una corporación. Son estudiantes que aprenden, no profesores que enseñan. Nunca tienen los conocimientos suficientes y no saben comportarse como snobs ni sentirse superiores puesto que nunca se sienten así. Cada persona, cada objeto, cada acontecimiento representa una oportunidad para saber más. Y son agresivos en sus actitudes respecto a sus intereses, sin esperar que la información les salga al paso sino que van tras ella. No tienen miedo de hablar con una camarera, o preguntarle al dentista qué se siente cuando uno tiene las manos en la boca de la gente todo el día, o preguntarle a un poeta el significado de tal o cual frase.
     No tienen miedo al fracaso. No equiparan el éxito en una empresa con el éxito como ser humano. Puesto que su autovaloración les viene del interior, pueden observar los acontecimientos externos objetivamente y pensar sencillamente que son eficientes y positivos o ineficientes y negativos. Saben que el fracaso es sólo un índice de la opinión de otra gente y no hay que tenerle miedo puesto que no puede afectar su autovaloración. Así, se atreven a probar cualquier cosa, a participar en las cosas simplemente porque es divertido y no tienen miedo a tener que explicarse a sí mismos. Igualmente nunca escogen la ira que inmoviliza. Usando la misma lógica (sin tener que repensarla cada vez puesto que se ha convertido en un modo de vida), no se dicen a sí mismos que la otra gente se debería comportar de una manera distinta a la habitual o que los hechos deberían ser diferentes. Aceptan a los demás como son y trabajan para cambiar los hechos que les desagradan. Así, la ira es imposible porque no existen las falsas o exageradas pretensiones. Esta gente es capaz de eliminar las emociones que de alguna manera son autodestructivas y de alentar las que les sirven para crecer.

Estos felices mortales no son nada defensivos. No hacen jugarretas ni tratan de impresionar a los demás. No se visten para agradar a los demás y lograr su aprobación, ni tampoco cumplen con el ritual de explicarse a sí mismos. Actúan con gran sencillez y naturalidad y no se dejan seducir para hacer alharacas sobre cosas pequeñas o grandes. No son tercos discutidores: ellos expresan simplemente sus puntos de vista, escuchan los de los demás y reconocen la utilidad de tratar de convencer a alguien para que sea como ellos. Y dicen simplemente: "Eso está muy bien: somos diferentes, eso es todo. No tenemos que estar de acuerdo". Y dejan las cosas así sin necesidad de ganar una discusión o de persuadir a su contrincante de lo equivocado de su posición. No tienen miedo a causar una mala impresión pero tampoco hacen lo posible por causarla. Sus valores no son valores locales. No se identifican con la familia, el vecindario, la comunidad, la ciudad, el estado p el país. Se consideran a sí mismos como parte de la raza humana y para ellos un austríaco cesante no es mejor ni peor que un californiano cesante. No son patrióticos respecto a una frontera especial. Más bien se ven a sí mismos como parte de la humanidad. No sienten alegría porque hay más muertos en el campo enemigo ya que el enemigo es tan ser humano como el aliado. No siguen las normas hechas por los hombres que describen la manera de tomar partido. Ellos transcienden las fronteras tradicionales, lo que a menudo es motivo para que otros los clasifiquen como rebeldes o traidores. No tienen héroes ni ídolos. Miran a toda la gente como seres humanos y no colocan a nadie sobre sí mismos en importancia. No exigen justicia en cada ocasión. Cuando otra persona tiene más privilegios que ellos, lo ven como un beneficio para esa persona más que como un motivo para sentirse infelices.
Cuando juegan con un contrincante, quieren que le vaya bien en vez de desear que juegue mal para ganar. Quieren ser victoriosos y eficientes por sus méritos en vez de ganar por las fallas de los demás. No insisten para que todos sean igualmente dotados, sino que miran hacia dentro de sí mismos para buscar su felicidad. No son críticos y tampoco sienten placer por las desgracias ajenas. Están demasiado ocupados siendo ellos mismos para fijarse en lo que hacen sus vecinos. Más significativamente aún, estos individuos se aman a sí mismos. Están motivados por un deseo de crecer y siempre que les dan la opción para hacerlo, se tratan muy bien a sí mismos. No tienen espacio para sentir autocompasión, ni autorrechazo, ni para odiarse a sí mismos. Si les preguntas: "¿Te quieres a ti mismo?", recibirás una respuesta muy sonora y afirmativa: "¿Por supuesto que sí!". Son en realidad aves raras. Cada día es un deleite. Lo viven enteramente disfrutando de todos sus momentos presentes. No es que no tengan problemas, pero no están inmovilizados emocionalmente a causa de sus problemas. La medida de su salud mental no reside en que resbalen, sino en lo que hacen cuando resbalan. ¿Acaso se quedan allí lamentándose de su caída? No, se levantan, se sacuden el polvo y siguen atareados con los quehaceres de la vida. La gente que vive libre de zonas erróneas no corre tras la felicidad, simplemente viven y la felicidad, cuando llega, es su retribución.
     Esta cita de un artículo del Reader's Digest sobre la felicidad resume la actitud conducente a una existencia vivida positiva y eficientemente que es de lo que hemos estado hablando:

Nada hace que la felicidad sea más inalcanzable que tratar de encontrarla. El historiador Will Durant describe cómo buscó la felicidad en el conocimiento y sólo encontró desilusiones. Luego buscó la felicidad en los viajes y sólo encontró el cansancio; luego en el dinero y encontró discordia y preocupación. Buscó la felicidad en sus escritos y sólo encontró fatiga. Una vez vio una mujer que esperaba en un coche muy pequeño con un niño en sus brazos. Un hombre bajó de un tren y se acercó y besó suavemente a la mujer y luego al bebé, muy suavemente para no despertarlo. La familia se alejó luego en el coche y dejó a Durant con el impacto que le hizo realizar la verdadera naturaleza de la felicidad. Se tranquilizó y constató que "todas las funciones normales de la vida encierran algún deleite".

     Si usas tus momentos presentes para aumentar al máximo la plenitud de tu realización, serás una de esas personas y no un simple observador. Es una idea maravillosa: estar libre de zonas erróneas. Puedes hacer esa elección ahora mismo, si escoges hacerla.